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POV DAMON

Parecía ser que junto a Noel, todo lo que yo conocía y había experimentado había quedado atrás y ahora todo me era nuevo.

No importaba que hayamos estado criando a un nene juntos por trece años, la experiencia de ser padres de una nena de cinco era algo que nos atravesaba, todo parecía haber nacido ayer, incluso nosotros.

Entre los tres, Noel,Simón y yo, le preparamos la habitación. como aún no la conociamos queríamos que lo tuviera todo, literalmente.

-unicornios, caballos, princesas...¿y si odia todo esto?-preguntó Noel que parecía el más nervioso de todos

La habitación estaba llena de muebles nuevos, ropa de nena, juguetes y paredes pintadas de cuatro colores distintos, según Simón, era anticuado pintarla de rosa

-yo les dije que había que poner dinosaurios...-dijo sentándose sobre la pequeña cama sin estrenar

-podes darle alguno tuyo

-obvio que no

-a Rebeca le diste uno

-¡me lo sacó!

-bueno, vamos a dejar todo así y ella va a decidir que le gusta. y Simón,tenes que ser justo con tus dos hermanas-le dijo Noel

-dios, me da bronca-protestó, pero yo sabía que estaba emocionado, tal vez en un principio la idea de volver a ser hermano no le encantaba pero conforme empezaron los preparativos empezó a mostrar entusiasmo.

Esa misma tarde fuimos los tres por ella.
Noel y yo hicimos el papeleo final mientras Simón esperaba en el auto.
Cuándo finalmente nos la dieron sentí, por extraño que parezca, que todo se completaba, que todas las piezas encajaron.

Era tan chiquita y timida, con sus trenzas rubias largas, un vestidito rosa y un muñeco de tela entre sus manos.

Noel y yo nos acercamos para saludarla, ella nos miraba con curiosidad y un poco de miedo.

-hola Anais. yo soy Noel, y él es Damon, y somos tus papás

-pero no hace falta que nos digas así si no querés

-no, no hace falta. ahora vamos a ir a nuestra casa, que es tuya también, vas a vivir ahí con nosotros ¿si?

Parecía que era exageradamente tímida; aferraba su muñeco con ambas manos y miraba al piso, no nos respondía.

-hay que darle un poco de tiempo-dijo la institutriz que la acompañaba-de todas formas Anais es de muy pocas palabras, y le cuesta mucho entrar en confianza, habrá que tener paciencia

-si, por supuesto-me gustaba mirar a Noel, estaba absolutamente maravillado con nuestra hija

En ese momento Simón bajó del auto, se acercó a nosotros, e hizo lo que por algún motivo no se nos ocurrió a ninguno de los dos: se arrodilló hasta estar a su altura, lo que pareció agradarle a Anais porque lo miró y le dedicó una sonrisa

-hola-le dijo él

-hola-respondió ella muy tímidamente

-yo soy Simón, y soy tu hermano mayor

-¡Simón, Simón!-gritó Anais, lo que parecía sorprender a la mujer que la acompañaba

-¿ese es tu muñeco?-le preguntó apuntando al osito de tela

en ese momento su sonrisa desapareció y volvío a mirar al suelo apenada

-¿tengo que dartelo?

supuse en ese instante que sufriría ese tipo de tratos con niños mayores en el orfanato

-¡no! claro que no, es tuyo... ¿como se llama?

-no sé...

-podes ponerle el nombre que quieras, es tuyo

-...se llama...¡Simón!-gritó mientras volvía a sonreír

-es un nombre para tontos

ella comprendió el chiste y se rió fuerte, su risa era  como si pudiera iluminar todo

-ellos también son mis papás, vivo con ellos, y en la casa tenes una habitación grande

-¿para mi?

-si, solo para vos, hay cosas de caballos, princesas...

-¿y dinosaurios?

Simón me miró con el típico gesto de "yo tenía razón" y volvió a mirarla

-no, pero yo tengo un montón y te puedo prestar ¿cuál es tu favorito?

-¡el t-rex! ¡el t-rex! ¡rawr!-gritó ella haciendo el gesto con las manos

Simón se rió y dijo que su favorito también

-entonces ¿vamos a casa?

ella lo dudó, nos miró a nosotros con desconfianza y la institutriz, persona sin paciencia alguna, le dio un empujón

-dale Anais, está gente vino a...

-¿puede dejar de empujar a mi hermanita?-preguntó Simón haciendo que la mujer se quede sin palabras-te va a gustar nuestra casa-le dijo a ella-hay muchas peliculas de dinos y...

No hizo falta convencerla más, ella le tomó la mano y entonces los cuatro fuimos al auto.

●●●

A Anais le costó un poco adaptarse, durante muchos días no nos hablaba y parecía sumergida en su propio mundo.

Sin embargo, el contacto de su propio mundo y el mundo real era Simón, se habían vuelto inseparables.
Él le había prestado todos sus dinosaurios y ella los cuidaba como si fueran de oro.
cada tarde después de clases se juntaban en la sala a ver películas y solo cenaba si estaba él presente; cuando Simón salía con Frank ella lo esperaba y él iba directamente a verla.

Con el tiempo nosotros dos también empezamos a tener vínculo con ella, muy gradualmente y a paso lento, pero lo hicimos, nuestra familia de tres era ahora de cuatro y funcionaba como una ecuación perfecta.

ninguno de los tres supimos cuánto necesitábamos a Anais en nuestras vidas, pero ya la teníamos y entonces todo cambió para siempre.

PresenteWhere stories live. Discover now