Ahora Ada vive molestandome con eso.

Pongo el auto en marcha y llegamos a la escuela de Owen, Ada baja conmigo y entramos a la escuela que antes era de Ada.

Owen nos ve y corre hacia nosotros.

—¡Ada, papá! —lo tomo en brazos, luego de que besa la mejilla de su hermana.

—Owen, ¿qué hicieron hoy? —le pregunta Ada.

—¡Los números, ya me los sé hasta el diez!

—Ah, ¿de verdad?, dilos.

Y así es como camino a la empresa estuvieron diciendo los números hasta el veinte para ver si Owen se los aprendía.

—Llegamos —abro la puerta de el asiento trasero, y bajan los dos.

Saludan a los guardias de la empresa y pasamos, vamos al ascensor y subo hasta mi piso.

Al llegar fuera de mi oficina veo a Katia, sí, aún sigue trabajando aquí.

—Rebeca está allá, y parece muy molesta.

Mi hija y yo entercambiamos una mirada.

—Hola tía —saluda Owen y rodea el escritorio para darle un beso, y Ada también.

—Owen, quédate con tu tía, ya venimos —asiente, y escucho la risa de él por las cosquillas que Katia le hace.

Abro la puerta de la oficina.

—¿Me pueden explicar cómo tengo cinco llamadas perdidas de tú escuela y que cuando les marqué me dijeron, «No se preocupe, su esposo ya vino»?

—Estabas ocupada por eso no te a avise —digo tratando de salvarme.

—¿Me van a decir qué pasó?

—Está bien, pero no es culpa mía, ¿ok? —Rebeca entrecierra los ojos al escuchar esas palabras de Ada—, Tamara es una niña que está, en mi opinión obsesionada con Junior, y siempre se la pasa fastidiando cuando él no la ve, Junior no fue hoy a la escuela y cuando me pasaron a la pizarra me equivoqué en un ejercicio y ella me dijo tonta e inútil, y yo le contesté que era ridícula por estar celosa de mí, y que era una envidiosa, que por lo menos yo sí me sabia las tablas y que no era tan tonta como ella.

—Wow, ¿tiene nueve años y ya está obsesionada con algo? —pregunta Rebeca impresionada, pero no tarda en volver a su papel de madre—, ¿Cuál fue el castigo?

—Tres días de expulsión —dice Ada con la voz baja.

—¿A la tal Tamara también la expulsaron? —asiento y ella sonríe— las dos recibieron el castigo, y tú, Ada, nos hubieras dicho que esa niña te molestaba.

—Es que no era nada, entonces, ¿no estoy castigada?

—Claro que sí, porque sabes que no deberías haber dicho eso a una compañera, pero no será tan grave, no irás a el parque de diversiones el fin de semana con Junior —dice tomando su cartera.

—¿Ibas a ir con Junior a el parque de diversiones? ¿Con qué permiso? —preguntó.

—Ya no importa, no voy a ir, voy afuera con la tía y Owen.

Está enojada porque la castigaron.

—No quiero ni pensar en cómo será cuando tenga quince —me dice Rebeca.

Me acerco a ella y le doy un abrazo y un beso en su frente, y luego en los labios.

—Voy a llevarlos a casa de tu madre —se separa— y hoy traje mi auto, saldré temprano.

—Está bien, Be, te amo.

—Yo también —deposita un último beso en mis labios y sale.

    
                                 °°°

—¡Abuelo! —grita Owen y baja la escaleras rápido.

—Owen, te vas a caer —replica Rebeca, pero el no hace caso y abraza a Gael.

—Feliz cumpleaños.

—Gracias, Owen, ¿y dónde está tu hermana? —le pregunta sentando en sus piernas.

—Ya viene, está hablando con Junior —entrecierró los ojos hacia Rebeca, quien reprime una sonrisa al ver mi rostro.

—¡Feliz cumple, abuelo! —Ada también baja las escaleras de la casa corriendo y Rebeca suspira, Ada abraza a Gael.

—¿Ya le hablaste a Junior? —pregunta Rebeca.

—Ajá, dijo que está bien, y que cuando ya no esté castigada me invitará otra vez —le entrega el teléfono a Rebeca.

Tocan el timbre de la puerta otra vez.

—Ha de ser tus hermanos, avisaron que ya venían —le digo a Rebeca.

—Abre tú, yo voy a pedir las pizzas.

Voy a la puerta y la abro, Alfonso y Alfred vienen con sus novias, me saludan y pasan.

Detrás están Lucas, Hadley y Ivy.

—¡Tío! —me abraza.

—Hola, Ivy, ¿cómo vas con las clases?

—Bien, ya sé sumar.

—Eso es bueno.

Lucas y Hadley pasan luego de discutir sobre si Lucas va a tomar o no, sí, siguen discutiendo por cualquier cosa, pero al menos ya no se separan y vuelven.

Luego, llegan mi mamá, Oliver, Katia y Frank.

Frank parece no haber dormido, seguro que a Katia se le antojó algo en la madrugada o habrán peleado, el embarazo le ha afectado a los dos.

Y por último llegan Harry, Fred y Ana con su hija de unos once meses, Frida.

Durante la cena hay puras conversaciones, risas, Ada, Owen y Ivy juegan con Frida, mientras los demás se ponen a hablar sobre cualquier asunto.

—Bueno, ya ha llegado el momento de las fotos —dice Rebeca.

Frank trae el pastel, y lo deja en la mesa.

Empezamos con las fotos, la cámara de Rebeca sobrevive a tomar miles de fotos y por último toca la foto de todos nosotros, los niños se ponen a los lados de Gael, y todos nosotros detrás.

Rebeca pone la cámara en temporizador y se apura a llegar a mi lado.

Le sonrío y ella a mí.

—¿Recuerdas lo que dijimos él día en que nos casamos?

—¿Seremos felices?

—Sí, yo diría que lo logramos, Somos felices —y la foto se toma justo cuando me da un beso.

Así junto a nuestros hijos, nuestra familia, somos felices y lo seremos por siempre.

   Fin. 

Seremos felices ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora