Eunho Kang es un chico de veintidós años, aficionado a la escritura y con una gran curiosidad por el mundo que le rodea, pese a que su vida sea solitaria, y no cuente con muchos amigos.
Una buena mañana de invierno, amanece sobresaltado y con los r...
—Ese chico... -murmuré, cubriendo mis labios con una mano y frotando mi pelo con la otra- ¿Quién se cree que es?
Mi corazón bombeaba al ritmo de un auto de carreras.
¿Por qué me parecía que esta sería una nueva rutina?
Me pregunté si estaría por tener un paro cardíaco.
—Uggg... ¿qué voy a hacer con ésto?
¿Podía alguien enamorarse en un sueño?
—Con que Najak... -susurré. Me gustaba ese nombre.
[...] (Algunas semanas después)
Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.
—... ¿Y sabes qué Flint? -le pregunté al mesero- Lo peor de todo es que tengo un novio que no existe, ¿puedes creerlo? -finalicé, golpeando el vaso contra la barra.
—¿Otro vaso, Eunho? -asentí.
—Por favor.
Me lo bebí de un tranco. Posiblemente amanecería con la peor resaca de la historia. Pero no importaba. Eso sería un problema de mi yo futuro, así que, ¿por qué no disfrutar un rato más?
Lo único que sabía es que ahora mismo, solo tenía ganas de olvidar por un rato.
Regresé a casa y me lancé a la cama sin siquiera quitarme la ropa. Sentí el alcohol haciéndome efecto, aunque había otra emoción que me invadía con más fuerza y que no acababa de gustarme porque, claro, era la soledad.
Me sentía muy vacío ya que, al percibir esos sueños como una realidad, mi confusión cada vez que despertaba y ese chico no estaba conmigo, eran inmensos.
Claro que, el dolor que sentía en el pecho durante el día por no verle era mucho peor.
Había una opresión constante hecha un nudo que me atravesaba por dentro, y el único momento en el que era feliz, era cuando cerraba los ojos y al abrirlos lo descubría observándome con una sonrisa.