Un momento de intimidad inesperada

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Yona se relajó cuando el agua caliente tocó su cuerpo. Por primera vez fue consciente de lo helado que tenía la piel y agradeció la cálida sensación.

Hak estaba a unos cuantos metros sentado sobre una roca dándole la espalda. Verlo allí le provocaba tristeza. Siempre estaba cuidándola y no podía dejar de pensar en que ella le estaba impidiendo hacer su propia vida. En ese mismo momento de seguro el preferiría hacer cientos de cosas que tener que estar en una roca esperando hasta que ella terminara de darse un baño.

Una lágrima mojó sus mejillas. Lo que menos deseaba era seguir siendo una carga para él y sabía que por más que entrenara él siempre se sentiría responsable de ella.

Notó como el viento soplaba con fuerza y se le estremeció el cuerpo cuando la brisa movió su cabello dejándole el cuello al descubierto. Hak debía de estar congelándose, estaba siendo muy egoísta.

Apenas pensó en lo que hizo a continuación, pero las palabras salieron antes que pudiera detenerlas.

-¿Hak?

Él habló sin moverse de su posición.

-¿Sucede algo princesa?

Ella se sonrojo.

-¿Quieres venir a bañarte conmigo?

Aquellas palabras casi hacen que Hak se cayera de la roca y se volvió rápidamente en su dirección. Yona tenía la cara colorada y miraba hacia el agua.

-¡¿Qué?!- fue todo lo que pudo pronunciar.

Yona tragó con fuerza.

-Está helando y el agua está caliente. Me hace sentir mal que tu estés allí mientras yo disfruto de esto.

Hak estaba atónito y tuvo que concentrarse mucho para poder sacar su voz.

-No tienes que preocuparte, la verdad es que no tengo frío.

Aquello ella no parecía creérselo, y él pudo ver en su rostro que sabía que mentía.

-No me mientas.

Hak vio determinación en sus ojos y supo de inmediato que no había nada que pudiera decir, pero no quería que ella se diera cuenta de su impaciencia y deseos de acompañarla.

-Si usted me lo ordena no podré negarme.

Ella se puso roja como un tomate y comenzó a temblarle el labio. Segundos después su rostro cambió y su mirada se fijó en la de él.

-¡Hak, te ordeno que vengas para acá!

No pudo esconder una sonrisa y acto seguido se acercó hasta el borde del lago. Yona desvió la mirada mientras él se despojaba de su ropa. Le veía solo el pelo pero sabía que su rostro estaría del mismo tono rojo encendido.

-Ya- dijo cuando estuvo en el agua.

Yona volvió la vista y pudo ver el calor en sus mejillas.

Él se sentía culpable por hacerla sentir incómoda de esta manera y suspiró con pesar.

-Estás incómoda.

-¡Pero claro que lo estoy! Nunca me había bañado con un hombre.

Él alzó la vista y aunque se esforzaba por no demostrarlo, estaba avergonzado. No podía evitar mirar hacia el lugar donde el agua cubría el cuerpo de Yona, y tuvo que intentar pensar en otra cosa para no hacer algo de lo que después se arrepentiría.

-Será mejor que me marche.

Iba a levantarse pero Yona lo detuvo cogiéndole del brazo, procurando que su cuerpo siguiera oculto.

-Mi deber es protegerla, no tienes que preocuparte por cosas como si hace o no frío. Mientras tú estés bien, a mi me basta.

Ella no quería eso, claro que se preocupaba con él.

-¿Pero qué estás diciendo Hak?- estaba totalmente avergonzada, quería salir corriendo, pero no quería que Hak pasara frío mientras ella estaba tan cómoda- Me correré hacia allá, así cada uno tendrá su espacio.

Ante la presión en su brazo, Hak asintió.

Ambos se colocaron en un extremo del lago y estuvieron en silencio.

Sin pensarlo Yona comenzó a hablar.

-Sabes Hak... creo que nunca te he dado las gracias por estar a mi lado.

Él frunció el ceño.

-¿A qué viene eso tan de repente?

Ella no sabía que estaba hablando.

-Es solo que si no fuera por ti yo no habría salido con vida del castillo.

-No pienses en eso.

-No puedo evitarlo- continuó diciendo intentando no quebrarse con los recuerdos- todos me dieron la espalda y aún así apareciste y pese a que te convertiste en un blanco para los soldados, has seguido protegiéndome.

-No importa cuántos estén en tu contra, yo siempre estaré a tu lado.

-Si no estuvieras a mi lado no creo que hubiese tenido la fuerza para llegar hasta aquí.

Sintió como Hak la abrazaba a su espalda y un cosquilleo recorrió su cuerpo.

-Ha...Ha...Hak.

-Sé que me merezco un castigo por esto, pero no soporto que estés tan triste.

Unas lágrimas cayeron en las mejillas de Yona y fue consciente de que Hak estaba desnudo, aunque solo sentía su espalda y sus brazos.

-¿Qué...qué est...qué estás.... hacien.... Haciendo Hak?

-Dijiste que querías que hiciera algo que quiero hacer.

-¡Estamos desnudos!

Hak se apartó de golpe, había olvidado por completo en dónde estaban.

-Yo... lo... lo siento.

La expresión avergonzada en el rostro de Yona le provocó un intenso dolor. Se había pasado.

-¡Hak idiota!- gritó Yona dándole la espalda.

-Lo sien...

-Esas cosas tienes que hacerlas con la persona que ames.

Él se quedó en silencio, quería decirle que era a ella a quien amaba, pero antes de pensar en decírselo ella le interrumpió.

-Cre...creo que es... es mejor que volvamos. Ya terminé mi baño.

Él asintió aunque no podía verle y salió del agua y se colocó la ropa. Cuando Yona se volvió, no encontró a Hak, pero le había dejado la ropa al borde del agua para que pudiera cogerla.

Su corazón latía demasiado rápido. No entendía nada lo que le estaba pasando.

LOS LATIDOS DE LA PRINCESA DE CABELLO ROJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora