Guernica

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Un suspiro melancólico. Una voz temblorosa que recita versos de algún poema perdido a una audiencia muda e inmóvil:

"Crías del Cóndor de acero y hierro

surcando cielos diáfanos,

linaje infecto, pesada herencia,

cargan en su vientre

a las huestes del infierno..."

El ambiente apagado y húmedo ayudaba a resaltar la sequedad de su lengua. Sus labios, agrietados, sellaban la boca cual eterna tumba. Se imaginó dentro de un féretro de caoba, tapizado por dentro con espinas de suaves rosas, y asquerosos clavos oxidados en punta. Recubierto por metal en su exterior para ahogar gritos, y liberar de toda culpa a familiares y expertos forenses que hubieran malinterpretado un sueño pasajero.

"...Onírica melodía de un arpa,

silencia al viento,

entre copas de árboles y

tejados iluminados

por el ametrallar constante..."

La voz sin rostro continúo con su lectura pausada. Cada nueva palabra era más pesada que la anterior. Arrastraba en sus rimas las penas de una generación.

"...Manantial de sangre;

marchan las ánimas al purgatorio,

bombardeos del terror,

enfermizo zumbar

de los proyectiles del Imperio..."

Remarcaba con asco cada sílaba final. Pero con cada silencio, una nueva bocanada de aire llegaba y su mundo parecía cobrar vida.

"...Bilbao, bastión consumido,

en el fuego eterno del abismo

para siempre sumergido,

tras el paso furibundo del Toro

por las calles de Guernica..."

Escuchó por primera vez el llanto de una mujer desesperada, el crepitar del fuego ardiendo al dibujar, entre luces y sombras, macabros cuentos, y el galope de un semental salvaje enloquecido por el silbar de los cielos. Percibió la tristeza de aquel declamador, y sintió sobre todo su cuerpo la caricia dulce, fría y abrumadora de la cerda.

"...Avanza la Quimera de la muerte,

expulsando rabia entre dientes,

junto al mórbido ejército,

presagio de la peste

y del dolor de la gente..."

Abrió por fin un ojo y pudo ver la ventana. La luz de la bombilla todavía iluminaba el cuarto. El sufrimiento estático de lo que parecía una escena congelada. Y, con las últimas pinceladas, cobró vida. Y con la vida llegó el dolor y el sufrimiento.

"...Sobre el lienzo, Picasso recrea

el llanto de una madre,

las puertas del destino;

senderos de destrucción

detrás del cazador furtivo.

Dalí vaticina, cual Nostradamus,

el desmembramiento universal de una raza condenada."

El mismo dolor y sufrimiento que su creador había volcado, casi escupido, sobre todos ellos.

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⏰ Última actualización: Oct 05, 2023 ⏰

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