II. Eco

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Tras enviar un último mensaje de texto, Siete de Marzo guarda el móvil en su bolsillo y toma aire con un poco de dificultad. La respiración le tiembla y el corazón le palpita como el de un colibrí.

A medida que expulsa el aire por la boca, se le escapa el atisbo de un sollozo. Presurosa, con la punta de sus dedos enjuga una única lágrima que atenta con escapársele y vuelve a tomar aire. Retiene la respiración por unos segundos, cuenta pausadamente hasta cinco, y exhala de nuevo, esta vez pudiendo mantener un soplido constante. No le está resultando sencillo mantener sus emociones a raya luego de lo que ha pasado. No obstante, ahora con un poco más de estabilidad, enfrenta una vez más al Cono de Luz entre sus manos.

Se lee la palabra «Origen» junto a la imagen de una joven muchacha desnuda, atrapada en un bloque de hielo azul-rosado. La expresión en su rostro es pacífica y a Marzo le despierta un poco de envidia. Ojalá pudiera encarnar esa calma en este preciso instante.

«Tal vez todo sería más sencillo si no me hubieran encontrado jamás». Marzo niega para alejar esos pensamientos.

De nuevo lee «Origen» y medita sobre ello. Es una palabra que remite a mucho... y nada al mismo tiempo. Le provoca un sentimiento ambiguo entre impotencia e ilusión. Su «origen» es lo que le gustaría saber, pero también puede entenderse como el comienzo de su vida en el Expreso.

Ese Cono de Luz es lo único que ha obtenido de su pasado luego de enfrentarse a la mensajera del Jardín de los Recuerdos en la Matriz del Presagio. Bueno, en realidad no. Hay más: En lo que antes era «silencio» ahora existe un «eco» que resuena.

Si bien resultó imposible acceder a sus recuerdos, en esa misma negativa subyace una verdad aterradora: Su pasado oculta algo realmente oscuro y a las preguntas que antes la atosigaban ahora se suman otras nuevas.

¿Qué hay en sus recuerdos que debe permanecer en el olvido?, ¿qué es lo que ha hecho, si es que realmente hizo algo malo, para merecer tal castigo...? ¿Por qué simplemente no la mataron?

Según Fu Xuan, es pronto para arriesgarse a pensar en algún Eón como responsable de su amnesia. Sin embargo, la aparición de una mensajera del Jardín de los Recuerdos no da mucho margen a pensar en otras posibilidades. Asimismo, sí es cierto que los Eones no son los únicos seres capaces de manipular y arrebatar recuerdos. Caelus es muestra fehaciente de la habilidad de Kafka.

En definitiva, esto es solo un inicio; el comienzo de un largo camino que ella deberá atravesar muy a su pesar. Aunque el panorama se ve incierto, ella debería poder sentirse remotamente esperanzada ya que ese Cono de Luz es la materialización de una verdad.

Sin embargo, eso duele.

Muy en el fondo la incertidumbre todavía duele. Ella no se había hecho muchas expectativas al respecto, pero entre más se adentraba en sus reminiscencias, más se entusiasmaba.

—En el momento en que un Anónimo sube al Expreso, comienza una nueva vida —le decía con dureza la mensajera del Jardín de los Recuerdos, enmascarada como Caelus Emprendimos un nuevo camino para nunca regresar. Explora, trazacaminos, pero no te quedes en el pasado... estropearás la reputación de los Anónimos.

La mirada llena de desaprobación que él le entregaba en ese momento le encogía el corazón... porque en el fondo hay algo de razón.

Tres golpes en la puerta la sacan de sus cavilaciones.

Marzo repasa rápidamente su imagen en el espejo y procura lucir normal. Peina su cabello, alisa su falda y golpea sus mejillas para darse ánimos. Solo entonces pone la mejor de las sonrisas.

—Pasa —ordena ella con voz clara.

La puerta se abre con lentitud y una melena grisácea se asoma. Luego le sigue Caelus, inclinado casi en 45º tras la puerta. Él no le dice nada, solo sonríe como cuando planea alguna idiotez. Él entra y por un segundo amaga a quedarse parado allí, en el marco de la puerta, hasta que finalmente avanza hacia ella con un paso cauteloso.

Amnesia anónimaWhere stories live. Discover now