❥ ; 20 - Reptiles

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La noche fue extraña, aunque Dante no se dio cuenta de lo que en realidad estaba pasando. Yarim había dormido abrazado a Kamran, pero esa vez era completamente consciente de ese hecho. Se acurrucó un poco más, con ganas de seguir durmiendo, sentía que había despertado demasiado pronto.

El mayor abrió sus ojos y se percató de que estaba totalmente atrapado entre los brazos del menor. Parecía muy poco dispuesto a separarse, lo cual le decía que no se arrepentía de lo ocurrido la noche anterior.  Al recordarlo, sus mejillas se tiñeron ligeramente de rojo y lo meditó por unos segundos, si su padre se entraba le mataría, les mataría a ambos, pero no podía negar lo mucho que le había gustado.

—Hey, enano... hora de despertar— susurró y movió con suavidad a Yarim para que abriera los ojos.

Yarim abrió los ojos y alzó la vista. Una sonrisita apareció en sus labios y se aferró más a él.

—Feliz cumpleaños...— pronunció aún con la voz adormilada. Tampoco se arrepentía de nada aunque no comprendiera por qué sentían tanta atracción.

—Gracias, nunca pensé que serías el primero en felicitarme— bromeó el mayor y alzó la vista. Su hermano aún seguía dormido así que miró de nuevo a Yarim y se acercó un poco más. —¿Y mi regalo?— susurró con cierta picardía.

Yarim suspiró, aunque no dejó de sonreír. Se acercó y dejó un casto beso en sus labios, por inercia, ya que no había entendido a que se refería exactamente.

—Lo tengo en mi casa, luego te lo daré...

—No pensé que tuvieras un regalo, si te digo la verdad. Pero me gustan tus besos— respondió y volvió a besarle, pero lo alargó un poquito más.

Yarim se olvidó de lo que iba a decir, estaba completamente inmerso en aquellas sensaciones que le causaba el contrario cuando sus labios rozaban. Era adictivo. Demasiado adictivo. El mayor se atrevió a morder con suavidad el labio inferior ajeno y tiró un poquito de él. Le gustaba provocarlo y ver ese lado más dócil después de tantos años viendo solamente ese espíritu indomable y su fuerte personalidad.

—Deberíamos bajar antes de que Dante se despierte...— susurró Kamran.

—Deberíamos...— murmuró algo nervioso. —Y no me provoques así, siento que mi celo está cerca y no ayudas...

—Eres un alfa peculiar... ¿Lo sabes?— dijo el mayor y soltó una risita. —Hueles bien, sigo sin entender por qué me gusta...

—A mí también me gusta tu olor, sé que es raro y poco común, pero a veces los alfas se atraen entre ellos —explicó Yarim y se percató de algo. Llevó las manos a su cabello despeinado y enmarañado. —Mierda... odio dormir con el pelo húmedo... es culpa tuya.

Kamran se separó un poco y se cubrió la boca con la mano para intentar no reír al verle todo espelujado. Lo cierto es que era una imagen bastante graciosa pues siempre era muy coqueto con su pelo. Yarim se intentó peinar con los dedos, pero al ver al contrario reírse le empujó ligeramente y se colocó sobre él con una expresión molesta.

—No te rías de mí...— gruñó en voz baja y le puso la almohada sobre la cara intentando asfixiarlo un poco.

Pero Kamran le sujetó por la cintura y le hizo girar en la cama para acorralarlo contra la misma.

—Es culpa tuya— susurró el mayor con una sonrisa de satisfacción. Su cola se mecía suavemente y se acercó para morder con suavidad el labio inferior de Yarim. —¿Y ahora qué vas a hacer, mmh?

Yarim jadeó ligeramente y por inercia movió sus caderas desde abajo. Quería rodear su cintura para tratar de girarlo, pero sintió algo que probablemente no debía de haber sentido y sus mejillas se sonrojaron por completo.

Destinos entrelazados (omegaverse) [FINALIZADA]Where stories live. Discover now