011. i forgive you, seb

Start from the beginning
                                    

No podía seguir leyendo esas tonterías de las que tanto hablaban los medios de comunicación últimamente desde que se vio a Rosberg con esa rubia que, si bien no sabían que era Di, yo lo supe a la perfección en cuanto vi su rostro por encima porque, por suerte o por desgracia, la conocía como la palma de mi mano. Mis nervios se fueron a pique y fue por eso que, como si de un acto reflejo se tratara, no hice más que quitarle a mi PR el entresijo de fotos y habladurías y lo revoleé por ahí, sin mirar hacia donde había caído, pero olvidándome de su existencia al poco tiempo.

—¿Por qué has hecho eso? —me gritó con un todo realmente enfadado y apuntándome con su dedo índice—. ¿Cómo que vas a hablar con Diana?

¿No entendía el alemán o yo estaba explicándome mal?

—He hablado con Di y vamos a quedar —repetí, un poco más alto esta vez—. Vamos a vernos en una cafetería cercana. Creo que tenemos que aclarar todo lo que ha pasado desde...

—Desde que descubrió que estabas saliendo con Hanna porque no gastaste cuidado ni pusiste el suficiente empeño por ocultarlo más —siguió por mi.

Exactamente.

—Sabes tanto como yo que, a la larga, eso iba a pasar —le contrarié a pesar de que llevaba la razón por el simple hecho de que, como siempre, no quería dársela.

—No se te ocurra llevarme la contraria, Sebastian Vettel —me replicó, poniéndose ahora en pie y acercándose con paso airado hacia mi—, y mucho menos en esto. Gran parte de lo que ha pasado, por no decir todo, ha sido culpa tuya.

Eso era mentira. La culpa había sido de únicamente Hanna por haberse portado tan mal con Diana aquel día, o de mi hermana, que parece estúpida a veces y no sabe callarse en los momentos menos indicados.

Yo no sabía que Prater me estaba besando adrede para que mi chica del paddock lo viera y le molestase; o eso, o fingí tan bien por no hacerle daño a mi chica, al amor de mi vida, por no tenerla antes en un Gran Premio.

Sea lo que fuere, todo fue de mal en peor, y acabó haciéndome más daño del esperado porque no solo tuve que soportar días de malhumor por parte de mi novia, sino desesperos y quebraderos de cabeza por no recibir respuesta al mensaje de voz que le envié a Di.

Y aquí estamos ahora.

—Antes de que me repliques de que la culpa es de Hanna, que solamente estaba feliz por, al fin, compartir tiempo con su novio —comenzó a soltarme—, o de tu hermana, que es una niña que solo lo hizo por disfrutar tiempo con su familia —¿me acababa de leer la mente o estaba soñando?—, sabes que es tuya y solamente tuya.

Sí, sabía que todo eso era cierto; sin embargo, me era más fácil lidiar con la culpa y el cargo de conciencia si culpaba a otros por haber pedido que, si bien en un principio pensé que sería algo más rutinario en mi vida, acabó convirtiéndose en algo imprescindible que nunca pensé que iba a perder.

Mejor que algo, alguien.

—Has ignorado a Diana completamente desde que le gritaste todas esas cosas en Nürburgring —continuó mi relaciones públicas— y se fuera corriendo. ¿Y Hanna? No quiero hablar mal de ella —aclaró antes de decir nada más— pero has consentido que se interpusiera en tu amistad con Diana y no solo eso: que te manipule.

—Britta, no fue así —traté de defender a mi... ¿novia?—. Yo fui el que se empezó a comer la cabeza sobre si quería a Hanna o a Di, y me obsesioné de manera casi enfermiza con la segunda a tal punto que hice sentir a Hanna mal. La culpa es mía por mucho que quiera hacerme el ciego la mayoría de las veces —reconocí.

—¿Y ella no hizo sentir mal a Diana por sus celos? ¿Por no soportar que había una remota posibilidad de que acabaras sustituyéndola por tu compañera?

HISTORY | Sebastian VettelWhere stories live. Discover now