Ella vuelve a darme otro beso, esta vez más largo.

En dos días estaremos comprometidos.

Dos días.

      
                                 °°°

Rebeca:

—¿Entonces Ada prefirió irse al restaurante con Zuri?

—Así es, dice que mi mamá le prometió comprarle un vestido si hacía la tarea bien, y también la peinara.

—Bueno, ¿cuánto falta para las siete?

—Como media hora —me dice Izan—, ¿por qué preguntas?

—Bueno, es que me estoy poniendo nerviosa, ¿cómo crees que reaccionen todos a mi embarazo?

—Todos, seguramente, sorprendidos.

—¿Llevas las ecografías?

—Sí, Be, están guardadas.

Me sigo maquillando, ya solo falta ponerme labial y listo.

—¿Por qué existen tantas cosas para maquillarse si solo necesitan labial, sombra de ojos y rizador de pestañas?

Creo que es como la quinta vez que me hace esa pregunta.

—No sé, ¿porque es necesario?, tal vez.

Lo veo acomodarse las mangas del traje.

—¿Te espero abajo? —asiento y él sale de nuestra habitación, me levanto y me pongo el vestido negro con blanco, me llega hasta las rodillas y es ajustado.

Luego, me pongo otros aretes y una cadena.

—Listo —menciono tomando mi bolsa y teléfono, bajo las escaleras a lo que Izan inmediatamente empieza a advertirme que tenga cuidado—, sí tengo cuidado, no pasará nada.

—Si sigues bajando así las escaleras lo empiezo a dudar —ruedo los ojos y camino hacia la puerta.

Izan me sigue, y subimos a su auto.

Durante los siguientes minutos en silencio observo que Izan parece nervioso, ¿también es por las reacciones de los demás a mi embarazo?

Mientras sigo pensando no me doy cuenta de que el auto se ha detenido, hasta que Izan abre mi puerta del auto, y al bajar lo veo.

El nombre del restaurante, está en un letrero enorme, alumbrado.

Rebeca.

Me volteo para ver a Izan y lo encuentro apoyado en una rodilla y con una cajita en las manos, abierta, mostrando un anillo con un rubí.

No sé si por el embarazo o la emoción pero mis ojos se llenan de lágrimas.

—Sé que no te lo esperabas, y mucho menos la misma semana en la que descubrimos que tendremos un bebé, pero he estado planeando esto desde que empezamos a salir, hace unos meses. Hace cinco años te perdí por no pedirte que seas mi novia real, y es un error que no pienso volver a cometer, entonces, Rebeca Walsh, Be, Mi Be, ¿me darías el honor de ser tu esposo?

—¿Q-qué?

Izan sonríe.

—¿Quieres casarte conmigo, Be?

No sé como logro contestar en medio de sollozos.

—Sí, sí quiero casarme contigo.

Él se levanta y me pone el anillo en el dedo anular, y me besa.

De repente soy consciente de los aplausos que se escuchan, y cuando levanto la mirada, todos están ahí.

Ada corre hacia nosotros y Izan la toma en brazos.

Seremos felices ✔Where stories live. Discover now