❥ ; 16 - Manadas unidas

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—¡Voy a ser el mejor líder de la manada!

—Que te lo ha creído—. Dante empujó a su hermano gemelo y éste rodó por la hierba, aunque ambos rieron a carcajadas.

—Te vas a enterar...

Kamran saltó y ahora fue él quien tiró a su hermano al suelo haciéndole rodar. Con casi dieciséis años los chicos ya tenían prácticamente el cuerpo de un adulto, aunque aún les faltaba mucho por desarrollarse. Desde pequeños se pasaban el día jugando, aunque se habían vuelto mucho más salvajes debido a su tamaño y fuerza, que estaban bastante igualadas.

En ese momento, Aletheia apareció en escena y rodó los ojos. Definitivamente sus hermanos eran unos salvajes. "Alfas", pensó para sí misma.

—Oye, vosotros dos. Ya está la cena— les avisó y ambos se pusieron en pie para correr hacia la casa. Todos sabían que se ganarían una bronca de Tighnari si no obedecían, así que optaron por ir a cambiarse rápidamente para bajar.

Tan solo faltaban un par de años para su mayoría de edad y tanto los gemelos como Aletheia pronto podrían empezar su formación superior. Siendo su padre uno de los líderes de dos de las manadas más importantes, por supuesto que iba a tener acceso a una educación, aunque Kamran siempre se había mostrado más fastidiado a la hora de cumplir con esa obligación. No le gustaba estudiar y lo que deseaba de verdad era seguir entrenando.

Sin embargo, la cosa no era igual con el pequeño de la casa.

—¿Cuándo vendrá Yarim?— cuestionó Dante. Todos se habían reunido para cenar como era costumbre y el joven alfa echaba en falta al rarito aunque adorable hijo pequeño de la familia.

—Pronto— dijo Alhaitham.

Cuando el pequeño cumplió los once años, Kaveh había insistido en mandarlo a un internado fuera de la ciudad y tenía sus razones para ello. Yarim era especial, era un niño realmente inteligente y avispado, y no quería que desperdiciara ni un año antes de su pubertad. La pubertad era el momento decisivo para un joven, cuando la sociedad te clasifica no por quien eres, sino por lo que eres, y dejas de tener valor como individuo libre. Apenas faltaba un año para ese momento, para que por fin supieran si Yarim sería un alfa, un omega, o un beta.

—Ya estamos en casa— dijo Kaven tras entrar por la puerta junto al pequeño. Las vacaciones habían comenzado en su internado, pero solo se quedaría una semana.

Yarim, el menor de la casa, se sentó en su sitio completamente en silencio. No solía saludar, sentía que no era necesario hacerlo, que la gente lo hacía por costumbre, pero a él no le gustaba. Ya lo habían visto ¿para qué decir que ya estaba allí?

—Vaya, está enorme— respondió Tighnari. Yarim era igualito a Kaveh, pero más serio.

—¿No vas a saludar, hermanito?— dijo Dante con su característica sonrisa y se levantó para poder abrazar al pequeño.

Yarim se tensó ante el abrazo y lo devolvió dejando unas palmaditas en su espalda.

—Hola...— pronunció en un tono seco.

Kaveh agachó las orejas. Desde que era muy pequeño sentía que era un niño diferente al resto y sentía que había hecho algo mal, quizá por ser un omega recesivo.

—Cualquiera diría que no te alegras de vernos— bromeó Dante antes de separarse.

—Es que no se alegra...— respondió Kamran en un tono aburrido y recibió una mirada seria de su padre. Por desgracia para Alhaitham, cada vez le costaba más controlar esa actitud del mayor de los gemelos.

Destinos entrelazados (omegaverse) [FINALIZADA]Where stories live. Discover now