—Callensen imbeciles, Katia y yo no hemos tenido problemas por lo tanto esto tiene que tratar de Rebe —les grita Frank.

—Tiene razón —los cuatro están esperando que hable—, le propondré matrimonio a Rebeca.

Les entrego las invitaciones a cada uno.

                 
                                °°°          
                             

—Izan, ¡qué sorpresa! —exclama Ana, levantó una ceja, me parece que está muy nerviosa—pasa, ¿q-que te trae por aquí?

—Quería hablar contigo sobre algo, y Fred me dio la dirección de su departamento, me dijo que hoy no habías ido a trabajar por eso vine aquí a esta hora —ingreso al departamento y sigo a Ana hasta la isleta.

—Ah, ¿vienes a hablar sobre Rebeca?

—Así es.

—B-bueno, ¿qué pasa? —con sus uñas empieza a golpear las tazas que están en la isleta.

—Voy a pedirle matrimonio a Rebeca —ella deja de darle golpecitos a las tazas y se queda sin moverse, hasta que reacciona.

—¡¿Vas a pedirle matrimonio a Rebeca?!

—Sí —sonrío divertido por la reacción de ella.

—Joder, no me lo esperaba, ¿cuándo?

Le extiendo la tarjeta.

Ella la abre y levanta las cejas con sorpresa.

—Espera, espera, ¿cómo se llama el restaurante?

—Exactamente como dice en la tarjeta.

—No solo compraste un restaurante,  sino que además le pusiste el nombre de ella, ¿qué tipo de restaurante es?

—Italiano —Ana esboza otra sonrisa.

—Bien, es perfecto, ahí estaré.

—Por favor, trata de ocultarle a Rebeca el secreto.

—Lo sé, lo sé, oye, ¿Ahorita te vas a casa? —pregunta cuando me levanto de el taburete.

—Voy a casa de Lucas y luego a mi casa, ¿por qué?

—No, por nada, por cierto, Rebeca dijo que ella iba a recoger a Ada, te mandó un mensaje pero creo que no lo viste.

—¿Estuviste con Rebeca? —le preguntó.

—Oh, sí, es que... me contó lo que pasó ayer y decidí visitarla, solo eso.

—Ya —no me convence, sus nervios la delatan.

Algo está pasando.

Luego de que pasé a casa de Lucas, donde también estaba mi madre y los invité al restaurante y les dije que le iba a pedir matrimonio a Be, fui a casa.

Ada y Rebeca recién habían llegado.

—¡Papá! —Ada corrió y yo la alze, me abrazó y me dio un beso en la mejilla.

—Saliste temprano hoy, ¿por qué? —pregunta Rebeca.

—Voy a acompañarte para que te hagas los exámenes —ella abrió los ojos.

—Ada, ¿puedes subir a tu habitación?, cámbiate, lávate las manos para venir a comer.

—Está bien, mami.

—¿Qué sucede, Be? —pregunté cuando Ada ya había vuelto a su habitación.

Rebeca se sentó en el sofá, y suspiró.

—Ya tengo el resultado de los exámenes, me los hice ayer en la hora del almuerzo, antes de desmayarme, y la verdad es que el resultado... no lo esperaba.

Se tapa la cara con las manos, me acerco a ella, arrodíllandome en el piso.

—¿Qué pasa? ¿Cuál es el resultado? —me está empezando a preocupar.

—Izan, yo... estoy embarazada.

Suelto el aire que ni sabía estaba reteniendo.

—Ah, yo pensé que era más grave, me habías preocupado, ya estaba pensando en irnos a otro país para que te curen de una enfer...

Repito sus palabras en mi cabeza.

—¿Qué fue lo que dijiste? —ella no quita sus manos de su cara.

—Estoy embarazada, se que... que no lo habíamos planeado, que es muy pronto y que apenas empezamos la relación pero...

—Estás embarazada, voy a ser papá de un segundo hijo, Ada tendrá un hermano o hermana, tendré un bebé, tendremos un bebé —le quitó las manos de la cara a Rebeca y ella me mira.

—¿No estás enojado?

—Me has dado la mejor noticia que le puedes dar a un hombre, ¿y crees que estoy enojado? —tomo su cara y la beso—, gracias, gracias, definitivamente me harás el hombre más feliz del mundo.

—Creo que mi cerebro aún está analizando tu reacción.

—Yo también lo creo —rio—, ¿por qué te tapabas la cara?

—No lo sé, creo que pensé que no te gustaría la noticia y no quería ver tu reacción.

—Bueno, admito que es inesperado pero no por eso iba a reaccionar mal, no puedo perderme otro proceso de embarazo tuyo.

—Pues prepárate, porque vendrán días cansados dentro de algunos meses.

—¿Cuántas semanas tienes?

—No lo sé, pero tengo que hacer una cita para una ecografía.

—Me encargaré de eso, ¿no se lo has dicho a nadie más? —pregunto.

—Solo Ana, me acompaño por los resultados.

Con razón estaba rara cuando fui a darle la invitación.

—Estoy pensando en decirselos a nuestra familia este fin de semana, tal vez hacemos otra cena con alguna excusa.

Propone y estaría bien, pero este fin de semana ya tenemos planes.

—Sobre eso, podemos decírselo ese día, pero mejor lo hacemos en un restaurante.

—¿Por qué en un restaurante? —frunce el ceño.

—No quiero que te canses, puede afectar el embarazo.

—Izan, no me va a afectar cocinar.

—Aún así, iremos a un restaurante.

—Uf, algo me dice que eres de ese tipo de hombre muy sobreprotector cuando se enteran de que su pareja espera un hijo.

—Bueno, no estuve con mi esposa en su primer embarazo entonces en el segundo la cuidaré.

—No soy tu esposa —aún.

—Sabes que quise decir.

—Bien, tú madre se va a emocionar, todos en realidad.

—Y Ada también, y hablando de Ada, ¿no está tardando mucho?

—Ha de estar pintandono algo, ¿vas tú o yo?

—Ve tú, yo prepararé el almuerzo —me pongo de pie dándole un beso en la frente y antes de irme le advierto: —sube las escaleras con cuidado.

La veo rodar los ojos y caminar hacia las escaleras.

Mientras preparo el almuerzo no puedo evitar pensar en que toda está saliendo bien, y voy a ser padre por segunda vez.

Seremos felices ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora