Capítulo 1: Un nuevo comienzo.

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América estaba distraída en ese momento, mirando los campos verdes que atravesaban por la ventana del auto en el que viajaba junto a su padre. Se había despedido ya de su madre y hermana en la mañana, ambas mujeres no las habían podido acompañar por asuntos pendientes en Kamar-Taj. ¿Por qué se había despedido? Sencillo, se estaba mudando al Complejo de los Vengadores.

Seis meses después de la batalla contra Thanos y el surgimiento de los Inhumanos, el número de amenazas contra la humanidad se había disparado. Las calles ahora no sólo tenían que lidiar con pandilleros, sino con personas que adquirieron poderes que no pidieron luego de la explosión del motor de la nave de Thanos que liberó un gas tóxico por todo el planeta que infectó a miles de millones alterando su ADN. Ante una situación tan caótica, el mundo necesitaba más héroes, así que luego de la revocación de los Acuerdos de Sokovia y el desmantelamiento del Departamento Control de Daños, Nick Fury recuperó su puesto como director de la recién reconstruida S.H.I.E.L.D. y los Vengadores fueron nuevamente aceptados por la sociedad, dando inicio de forma inmediata a sus operaciones siendo el punto de partida la formación de un nuevo equipo de superhéroes: los Jóvenes Vengadores.

Luego de ver su desempeño contra Thanos, el mismo Fury consideró que América tenía potencial, así que la invitó a formar parte de su nueva Iniciativa. Luego de discutirlo con sus padres, la chica aceptó encantada.

Y ahora ahí estaba, sentada en la parte trasera de un auto con el estómago hecho un nudo mientras se dirigía al que sería su nuevo hogar durante los próximos meses, quizás años. Le costaba trabajo, incluso ahora que tenía el apoyo incondicional de sus padres le costaba trabajo separarse de ellos. Su único consuelo era saber que a Stephen lo vería todos los días ya que ahora él era parte de los Vengadores, y podría hablar con Christine y Donna por videollamada todos los días, y también se reunirían todos en días festivos y Navidad.

Aun así, no era fácil.

-¿Emocionada por esto, niña?-preguntó Stephen sacando a América de sus pensamientos-. ¿Qué tal te sientes?

-Siento que voy a volver el estómago en cualquier momento-dijo América-. Aparte de eso, me siento genial.

Stephen sonrió.

-¿Sabes?, cuando entré a la Facultad de Medicina, me costó mucho trabajo adaptarme-le dijo-. Yo era el raro del salón, el nerd, el niño listo con el que nadie quería juntarse. Supongo que me entiendes. Además, también me ponía nervioso estar en un lugar totalmente extraño lleno de gente que no conocía y donde no sabía qué esperar. Mis primeros días fueron complicados.

América miró a su padre sorprendida. Nunca antes el neurocirujano le había contado eso.

-¿Cómo lo superaste?

-Sencillo-dijo Stephen-. Un día conocí a tu madre. Ella fue la primera en hablar conmigo, mi primera amiga, y después se fue volviendo cada vez más especial para mí hasta que simplemente ya no la pude soltar. De ella aprendí una lección muy importante: no importa el lugar, ni la gente con la que te encuentres, siempre que encuentres a las personas indicadas con las cuales compartir tu vida, podrás encontrar un hogar.

América no pudo evitar reírse.

-Eso...-dijo entre risitas-. Eso fue lo más jodidamente cursi que has dicho en toda tu vida.

-Tengo mis momentos-dijo Stephen jalándole un mechón de cabello en forma juguetona-. ¿Que no tienes otra cosa que decirme, sabelotodo?

América dejó de reír y le dio un abrazo.

-Gracias, me siento mejor-dijo América-. Haré lo posible para que mi vida en este lugar sea así para mí.

-Lo sé, niña-dijo Stephen-. Lo sé.

La Estrella y la Arquera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora