Llovizna

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Se recomienda leer la primera parte con las canción "Hijo del corazón o En mi corazón vivirás"

—Mi señora, es hora de despertar —la suave voz de Aysun se mezclo con la brisa mañanera que se filtraba a través de las cortinas del dormitorio.

Las mujeres habían intentando inútilmente despertar a su señora desde hace mas de una hora, pero ningún movimiento, ruido o llamado parecía hacer efecto en la mujer quien generalmente era de sueño ligero.

—Retírense —ordenó aún sin abrir los ojos.

La noche anterior había agotado toda su fuerza mental y física, la sola presencia de esas mujeres había evocado en ella recuerdos de una época que aún trataba de dejar atrás. 

—Mi señora... ¿Se encuentra bien? —preguntó la criada aún mas preocupada.

—No... —susurró antes de hundir su rostro en las almohadas.

Su noche había estado plaga de recuerdos mezclados en horripilantes pesadillas que no estaban demasiado alejadas de la realidad. El calor del fuego filtrándose en sus poros, los gritos histéricos aturdiendo sus oídos, el agua fría en invierno, el dolor punzante de los azotes, y la horrible sensación de estar atrapa y sin salida.

Con la llegada de esas mujeres todo volvió a ella en forma de un huracán devastador.

—Me quedaré con usted —susurró Aysun tomando una esquina de la cama para su comodidad— afuera está lloviendo así que salir al pueblo no es factible por ahora —la joven sonrió de forma cómplice— así que ahora descanse mi  Sultana, yo me encargaré de cuidar sus sueños por el resto de la mañana.

Cerem sonrió agradecida por el gesto y no refutó el ofrecimiento, su cansancio apenas le permitía procesar las palabras que salía de los labios de Aysun, y realmente confiaba lo suficiente en la criada como para no cuestionar si realmente había lluvia afuera o no.

—¡Madre, madre! —el chillido alegre de Mustafá irrumpió en la habitación— ¡Madre despierta! —tras el infante dos criadas corrieron con lo que se suponía eran las vestimentas del infante que aún corría en pijama.

—Mi dulce Mustafá —la castaña se sentó en su cama para recibir al niño con los brazos abiertos— ¿Que haces aquí tan temprano? —preguntó besando su mejilla.

—No podía dormir, quería ver a mi madre —respondió cruzando los brazos— ¿Estás enferma otra vez? —preguntó ligeramente cohibido.

—Nada de eso mi león, solo estoy cansada... Quería dormir un poco más.

—¡Durmamos juntos! —propuso— dormiré con mamá y la cuidaré para que se enferme ¿Si? 

Los ojos de Cerem se cristalizaron levemente, por un breve instante, la Sultana dejó de ver al saludable y entusiasta niño para mirar de nuevo al frágil y desamparado bebé que ella había cuidado con tanto afán.

—Oh Mustafá —su voz su quebró y sus brazos rodearon el pequeño cuerpo de su hijo con alivio— te amo tanto —pronto la habitación se lleno de sollozos y palabras de amor.

—¿Por que lloras? —preguntó el niño usando sus manos para secar las lagrimas de su madre— no llores madre, yo estoy aquí —los ojos de Mustafá se llenaron de lagrimas angustiosas, ver a su madre llorar lo entristecía mas de lo que podía siquiera entender.

—Estoy llorando porque estoy feliz de que estés aquí, y... Porque estoy feliz de que seas mi hijo —la mujer trató de ahogar un sollozo— y porque has crecido tan bien... —el infante abrazó a su madre con fuerza— mi bebé... Estoy feliz de que estés aquí —dijo finalmente.

El Sultan - Mi LeonWhere stories live. Discover now