Un Hombre Sencillo

Start from the beginning
                                    

—Bueno, ya me tengo que ir —dijo tomando su abrigo —Ahora eres el hombre de la casa, cuida de tu hermana.

—Las cuidaré a ti y a ella —sonreí.

Pude verla, estuvo apunto de estallar en llanto, tuvo que detenerse a respirar un momento. Apenas logró calmarse.

—Sé que lo harás, cariño —me sonrió, con sus ojos inundados —En el horno guardé unas tostadas, cometelas antes de que se enfríen.

Entonces cerró la puerta.

—Adiós —le dije a la nada. Todo se sentía diferente, pero nada había cambiado del todo. Todavía podía oler el olor a cigarrillo y alcohol barato en esta pequeña casa. Todavía podía sentir los moretones en mis brazos. Todavía podía sentir a papá en esta casa.

Aún recuerdo esos días oscuros en los que estaba tan borracho que su aliento era prácticamente alcohol, esos días papá se enojaba por cualquier cosa, conmigo, con mamá, con todos.

Una vez me mantuvo tirado en el suelo, mientras que con su cinturón golpeaba, una y otra vez, hasta que su mano estaba cansada. Recuerdo que me comenzó a golpear por una estupidez, tal vez duré demasiado en pasarle su cerveza, mientras me golpeaba en el suelo mamá me miraba horrorizada desde la cocina, impotente, temerosa, sabía que si ella intervenía ella podría ser la siguiente.

>>Es mejor así << pensaba entre golpes y llanto.

Pero ahora el no estaba, se había ido para siempre.

—Es mejor así, es mejor que se haya ido...

—¿Mamá se fue? —me preguntó Yanet con aspecto de apenas haberse despertado. Su cabello rubio es idéntico al de mi madre, pero totalmente desordenado en esta ocasión. —¿A dónde se fue mamá?..... —miró a alrededor —¿Y papá?.

—Mamá se fue a trabajar —le expliqué mientras abría el horno y tomaba una bandeja con cuatro tostadas grandes —Papá simplemente se fué —puse las tostadas en medio de la mesa de la cocina —Cometelas antes de que se enfríen —tomé dos tostadas —Yo ya me voy.

—¿A donde vas? —me preguntó mi hermanita mientras me veía salir de la cocina.

—Me voy a trabajar —abrí la puerta de la cocina preparado para salir. El frío viento de afuera me quitó de encima el poco sueño que me quedaba.

Estuve apunto de irme pero...

Pero su pregunta me detuvo.

—¿Crees.. Que papá va a volver? —ella aún era muy pequeña para odiarlo.

Pero yo ya lo hacía desde hace tiempo.

—Espero que no.... —Respiré ondo —Mantén la casa limpia y prepárame algo para el almuerzo, si te portas bien te traeré un dulce.

—Ok... Hermanito.

Entonces salí.

Tomé el hacha, botas y abrigo de papá y me dirigí al bosque detrás de la casa. Había mucha nieve en el suelo, No era un día de tormenta, aún así hacía tanto frío que me hacía lamentar no tener guantes. Me adentré al bosque, mientras más dentro iba más frío hacía. Trataba de buscar un buen árbol, uno no muy grande.

Mis botas hacían el mismo sonido una y otra vez, el de sumérgirse en nieve fresca.

Al final lo conseguí, un pequeño pino, era de alrededor de unos tres o cuatro metros de alto, además no era muy grueso.

—Creo que puedo con este —me dije.

Entonces tomé el hacha entre mis manos y me paré frente al árbol. No sé sentía real estár aquí solo, era extraño tener el hacha de papá entre mis manos, apunto de golpear este árbol hasta hacerlo caer.

Let Somebody GoWhere stories live. Discover now