Retazos del pasado

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No las culpaba, debía parecer un acosador allí parado en la misma entrada.

—¿Han visto a una chica de pelo negro, estatura media, ojos grises? —pregunté lo más amablemente que pude.

Ambas se miraron una a la otra, para después negar al mismo tiempo con la cabeza.

Tragué en seco.

—Solo estábamos nosotras.

Se me retorció el estómago y un pitido agudo comenzó a palpitar en mis oídos. Corrí dentro de aquel baño, mientras escuchaba como las chicas que me habían hablado antes me gritaban algo. No les preste atención ninguna.

Adentro no había nadie, justamente como habían dicho, pero sentí un olor a sangre que hizo que mis sentidos se alteraran aún más.

El olor de la sangre de mi hermanita estaba concentrado en uno de los cubículos. Lo abrí con una patada y me tuve que tapar la nariz porque el intenso aroma me golpeó sin vacilaciones.

El váter estaba teñido con la sangre de mi hermanita, y podía jurar que mis entrañas se cocinaron a fuego lento.

Sabía que no debía perderla de vista. Y aun así dejé que pasara esto.

—¿Dónde estás? —digo con un hilo de voz, casi al extremo de perder mis sentidos. Sentía mis manos temblar —¡Daphnet!,¡dónde estás! —comencé a gritar desesperado.

Salí corriendo de allí, mientras sentía mis venas escocer del pánico que me estaba poseyendo el cuerpo.

No me sentía así desde aquella vez.

Respirar era doloroso.

¿Qué haré si vuelve a suceder?

—No podré soportarlo —susurré para mí mismo.

Llegué nuevamente a mi clase, entrando por la puerta sin mirar a mi alrededor. Solo me enfoqué en una persona en específico, que para su mala suerte, era la única con la que podría obtener algo de todo lo que estaba ocurriendo.

Y para el colmo ya ni siquiera me caía bien.

—¿Dónde está mi hermana, Victory? —estampé las manos en la mesa donde estaba sentada la rubia. Ella me miró con sorpresa y luego a su alrededor con cautela. Ladeé la cabeza y respiré hondo.

Huele a sal.

—¿¡DÓNDE MIERDA METIERON A MI HERMANA!?

—Basta Elías —se levantó y rodeó la mesa para acercarse a mí—. Baja la voz, yo no sé dónde está tu hermana, pero tranquilízate, yo...

La agarré del cuello y la acerqué a mi rostro, provocando que esta me incara las uñas en la mano por la fuerza que estaba imponiendo en su garganta. No la dejaba respirar. Apreté mi aguante y le sonreí mostrándole los colmillos.

Sus ojos se agrandaron y empezó a enrojecer su cara por el esfuerzo que hacía al intentar respirar.

El sudor se hizo presente en su piel y pequeñas lágrimas de dolor se empezaron a acumular en las esquinas de sus ojos. Sonidos y quejidos ahogados salieron de su boca, que no paró de hacer movimientos para intentar tomar aire.

Un grito desvió mi atención de la chica que estaba asfixiando.

—¡Elías, qué haces! —se abalanzó Clara sobre mi cuerpo repentinamente. Me agarró el brazo, encajándome las uñas esmalteadas de blanco , al igual que la rubia quejica que tenía tomada. Ejercía presión para que soltara a Vic, pero su fuerza no se comparaba a la mía. Era como una  mosquita molesta—. ¡La vas a matar, suéltala!

WitchbloodWhere stories live. Discover now