Counting Stars: Silhouettes | Val

El pasado y el presente

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     • Aether pov's •

     Aquella mañana me desperté bastante contento, más contento de lo habitual, y me levanté con muchos ánimos a revisar el calendario de la pared y así poder confirmar que solo faltaba una semana para mí cumpleaños (y también para el cumpleaños de mi hermana).

     Desde pequeño he tenido la idea de que cumplir catorce años marca un antes y un después en la vida, y así me lo ha demostrado el tiempo, pues varios de mis primos y amigos más cercanos ya tienen esa edad cumplida y han empezado a comportarse de manera distinta, como si mentalmente hubieran crecido mucho de un día para otro y la valentía para enfrentar a sus padres hubiera nacido de golpe dentro de ellos.

     — ¡Lumine, Lumine! ¡Despierta! — exclamé, haciendo rebotar el cuerpo de mi hermana menor, que todavía dormía a pesar de que su alarma llevaba bastante tiempo sonando —. ¡Vamos, tenemos que prepararnos para nuestro cumpleaños!

     — ¡Aether, tengo sueño...! — musitó, sin abrir los ojos y agarrándose a las sábanas —. ¡Todavía es temprano!

     — ¡Dije que despiertes! — repetí, tirándole las sábanas y haciendo que se cayera de la cama —. ¡Solo queda una semana para nuestro cumpleaños! ¡Tenemos que empezar a hacer una lista de lo que queremos pedirle a papá y mamá!

     Cuando por fin me miró a los ojos, su cara seguía medio dormida, por lo que su tonta expresión me provocó una risa que fuí incapaz de controlar y que me llevé hasta el primer piso, mientras ella me seguía de cerca, amenazándome con su almohada.

     — Lumine, deja de gritar — soltó mamá, mientras servía el desayuno y nosotros seguíamos corriendo por toda la casa —. ¡Lumine!

     — ¡Aether me tiró de la cama! — gritó la rubia.

     — Deja de echarle la culpa a tu hermano.

     — ¡Pero él-

     — Y no me levantes la voz, jovencita.

     Mi hermana bajó la cabeza, asintió en silencio y finalmente se fue a sentar al sofá mientras arrastraba su almohada y musitaba algo que no alcancé a escuchar.

     — Mamá, ¿Quedan cereales? — pregunté, asomándome a la cocina.

     — Sí, querido, recuerda que compramos ayer — mamá abrió la despensa y bajó una de las cajas; yo la tomé con una sonrisa —. Recuerda que hoy en la noche tenemos que salir con tu padre, así que prepara tu ropa más bonita, ¿Bien?

     — Claro. ¿Lumine también viene?

     Mamá dejó de cocinar por unos segundos y luego negó con su cabeza, se agachó hasta mi altura y se puso el dedo índice frente al labio.

     — Tu hermana no puede saberlo porque... Porque es un viaje para comprar su regalo de cumpleaños, y es un regalo sorpresa — susurró —. Tú también quieres que ella se sorprenda con su regalo, ¿No? — asentí —. Entonces ayúdame a guardar el secreto de tu hermana. Ella no tiene que saberlo, ¿Bien?

     Volví a asentir en silencio y luego empecé a caminar hacia el comedor, donde papá terminaba de acomodar la mesa para el desayuno; él me sonrió apenas me vió y luego me revolvió el pelo con la mano.

     "¿Por qué tienen que hacerle un regalo sorpresa a ella y no a mí? No es justo. Yo también quiero que me hagan un regalo sorpresa, ¡Uno mejor y más grande que el que le regalen a mi hermana", pensé, mientras me sentaba en mi silla y empezaba a servirme los cereales.