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Acabábamos de llegar, mis padres habían decidido que el mejor lugar donde podría estudiar es, obviamente, en Hogwarts, la mejor escuela de magia y hechicería, incluso cuando eso significase mudarse a la otra punta del planeta.
En Inglaterra el ambiente era mucho más húmedo y frío en comparación con América, así que llevábamos ropa bastante abrigada para ser finales de agosto.
Apenas acababa de cumplir los once años, por lo que la mansión que teníamos en frente me parecía bastante imponente. Ni siquiera habíamos pasado por nuestra nueva casa, nuestros elfos domésticos habían sido los encargados de llevar allí nuestro equipaje.
Al parecer había algo muy importante, y que no podía esperar, que debíamos hacer en esa lúgubre mansión.
Fue un pequeño elfo el que nos abrió la puerta y nos llevó hasta la sala de estar. Por dentro la casa parecía incluso más grande. Estaba completamente impecable, toda decorada con muebles oscuros y grandes lámparas.
Yo caminé detrás de mis padres y me quedé de pie a su lado cuando ellos se sentaron en dos grandes sillones. La casa parecía estar coletamente sola, hasta que un hombre de rasgos afilados y pelo blanco apareció por unas grandes escaleras de mármol que llevaban a la segunda planta.
Detrás de él apareció una mujer y un niño que debía tener más o menos mi edad, todos con el mismo color de pelo platinado.
—Señor Malfoy— dijo mi padre levantándose y ofreciéndole la mano al señor. La mujer y el niño que le acompañaban se quedaron detrás de él, al igual que hicimos mi madre y yo, quedándonos detrás de mi padre.
—Señor T/A, es un placer invitarles a nuestra casa—dijo el hombre de rasgos afilados.
—Es una casa preciosa— dijo mi madre adelantándose a la altura de mi padre, la mujer de pelo rubio hizo lo mismo.
—Muchas gracias Morgana, supongo que vosotros ya tendréis a punto vuestra nueva casa—me sorprendí al escuchar a la mujer dirigirse a mi madre con su nombre de pila. Pero me sorprendió todavía más cuando se acercaron otro paso y se abrazaron.
—Hija— dijo mi padre llamando mi atención—. Estos son los señores Malfoy, unos antiguos amigos de tu madre, estudiaron en Hogwarts con ella— me explicó mi padre.
—Y este es su hijo, Draco, también va a estar en Hogwarts este año está en segundo y te podrá ayudar a adaptarte allí. Seguro que os convertís en grandes amigos— dijo mi madre, tomándome por los hombros para acercarme al pequeño niño rubio, que se escondía detrás de su madre.
La mujer hizo lo mismo, y tomó de los hombros a su hijo, para colocarle frente a ella.
—Hijo, ella es T/N, la amiga de la que te hemos hablado...
