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Soledad

Al día siguiente Ethan tenía una sensación nueva en el pecho que se iba extendiendo hasta la garganta, un impulso que le estaba obligando a querer regresar a aquel parque, no había podido sacar de su mente el rostro hermoso de ese chico, Lee, parecía una plaga en sus pensamientos.

Ethan se encontraba en la sala de su casa,de nuevo borracho, más de cinco botellas de alcohol posaban sobre el suelo, vacías, a excepción de la que estaba en su mano de la cual daba trago tras trago.

Su cuerpo estaba tirado en el sillón, los ojos cerrados mientras su mente repetía en bucle aquella hermosa sonrisa de Lee, la sonrisa más bonita que había visto en toda su vida, de esas sonrisas que parecen medicina.

Aquella sensación era extraña para Ethan, él era de aquellos que preferían las relaciones efímeras y las duraderas jamás eran opción, nunca había intentado buscar a alguien después de conocerlo, pero era distinto, ese día Ethan tenía un fuerte impulso a querer regresar a ese parque, querer llegar y ver esa sonrisa resplandeciente, aquellos ojos hermosos.

El ambiente del departamento de Ethan comenzaba a ponerse cada vez más pesado, creando a su alrededor una capa de pensamientos que odiaba tener, por más que vivas con las cosas malas es imposible terminar de acostumbrarse.

Pensaba en los sueños, en aquellos momentos tan lúcidos donde muchas veces había fantaseado con vivir para siempre.

La soledad es así de cruel; te hace fantasear con una compañía.

Ethan le dio un último trago a la botella en su mano, la dejó en una mesita y fue a buscar sus zapatos, poniéndose el abrigo para salir. A través de la ventana logró ver que estaba lloviendo, esta vez no era una llovizna como la de la noche anterior, estaba lloviendo con más intensidad.

Salió de su departamento, la garganta seca, tambaleándose un poco, Ethan sabía que no estaba del todo consciente pero deseaba llegar a aquel parque de nuevo, en esos columpios, donde la noche anterior había visto a Lee, quería buscarlo ahí, reclamarle el haber tomado control de sus pensamientos, preguntarle quién era y por qué de repente deseaba buscarlo.

Una impotencia gigante había crecido dentro de su pecho, enojado consigo mismo de sus sentimientos y pensamientos. Deseaba descrubrir muchas cosas, la principal era él; deseaba descubrirse a si mismo, encontrar la fuente de su forma de ser, saber como cambiarla, saber como cambiar su destino, él no quería vivir de aquella forma, sometido a la tortura de su locura que cada día lo consumía aun más.

Sus pisadas se volvían pesadas, la lluvía iba mojando su cabello y el abrigo, a simple vista Ethan parecía solo una sobre de entre muchas. Después de unos minutos llegó a aquel parque, estaba tal y como lo había estado la noche anterior. No había nadie, solo una gran oscuridad que era iluminada con un farol el cual parpadeaba de vez en cuando.

Tal vez era medía noche, se quedó sentado en una banca de aquel parque, mirando a todos lados con la esperanza de que de repente apareciera la misma silueta de Lee; Ethan en el fondo sabía que la probabilidad era muy poca ya que Lee le dijo que había perdido el autobús, no era como si por dos días seguidos fuera a perderlo.

Recargó la espalda en la banca, su rostro se llenaba de gotas que parecían lágrimas.

En aquel parque, de noche y con lluvia, Ethan estuvo esperándolo durante mucho tiempo, pasaron tal vez dos horas, la lluvias había parado y ahora estaba empapado, pero se negaba a irse, quería quedarse ahí un rato más, esperarlo por un momento más, realmente deseaba volver a ver su sonrisa, aquellos hermosos ojos.

Al final comprendió que Lee no llegaría esa noche así que se fue, dispuesto a volver de nuevo a la noche siguiente. Algo en él le pedía quedarse en el lugar, algo le decía que debía quedarse y esperar.

Si Fuéramos RealesWhere stories live. Discover now