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Belleza

Ethan había pasado toda su vida solo, tan solo en una especie de bucle donde se repetía a sí mismo que estaba solo. Una tortura mental, lo peor, él mismo era el que se torturaba bajo la manipulación de los demás, diciendo que siempre sería así, que no iba a encontrar algo que querer.

Esa manipulación sirvió de idea a torturarse por lo que parecía el resto de su vida o al menos eso parecía.

Ethan iba saliendo de su departamento, al frente podía mirar a varias personas caminando de un lado a otro. Estaba a punto de cruzar la calle, se detuvo, mirando a los dos lados para asegurarse de que ningún coche se aproximara aunque una llamada lo interrumpió, suspiró cansado, en ese momento se dirigía a su coche que estaba estacionado al otro lado de la calle, se supone que debería ya estar en casa de su madre.

—Sí, ¿quién habla? —Respondió, llevándose el celular a la oreja mientras se detenía poniéndose unos lentes de sol.

—La fiesta de hoy, es tarde, era a las tres y ya casi son las tres y media, ¿dónde estás? —Esa era la voz de uno de un conocido, literalmente lo conoció en una de sus noches de borrachera hace pocos días, casi nunca hablaba con él pero el chico lo había invitado a una fiesta aquel día a lo cuál Ethan aceptó ir solo por aburrimiento. Ethan suspiró, cansado, realmente lo había olvidado, no tenía tiempo para hacer las dos cosas al mismo tiempo, era o ir a la fiesta o ir con su madre.

—Bien, voy en camino. Estaré ahí en diez. —Ethan no esperó otra respuesta y simplemente colgó el celular. Estaba dispuesto a ir hacia su coche pero justo antes de cruzar un coche pasó a toda velocidad, casi rozandole el cuerpo.

Ethan dió un paso hacia atrás, un poco asustado, su corazón se había acelerado repentinamente. Sintió un revoltijo en su estómago, en su cabeza comenzaba a sentir un zumbido fuerte que ensordeció todos los demás sonidos. Cerró los ojos con fuerza, llevándose las manos a la cabeza, inclinó un poco su torso hacia abajo, dos hombres que caminaban por ahí se acercaron a Ethan, algo le decía pero entre ese zumbido se le hizo imposible escucharlos. El mundo estaba dando vueltas.

Todo se volvió una oscuridad absoluta, un terror en su corazón, convirtiendo su cuerpo en un lugar vacío en donde solo estaba él y una soledad absoluta. Ethan estaba atrapado en un mundo negro, caminaba, parecia ser una nada donde solo eixtia él, no había luz, no había nada.

—¿Hola? —Habló extrañado, pensando que estaba viviendo en un sueño. Una sensación irreal recorrió su cuerpo, los vellos de su piel se erizaban, un sabor amargo se había quedado en su boca. No obtuvo respuesta.

Lo último que recordaba era estar afuera cuando un coche casi lo atropella, la sensación aún seguía viva en su sangre, la adrenalina más que todo, la sensación del sentimiento al casi sufrir un fuerte dolor. Miró a todos lados, quería mantenerse calmado pero su respiración comenzaba a ser cada vez más rápida, creando un sonido acompasado en medio de toda la nada.

Justo cuando estaba por volver a hablar el zumbido volvió a presentarse, se dejó caer de rodillas sobre el suelo ya que también sentía un dolor insoportable en su cabeza, como si lo estuvieran azotando contra el suelo una y otra vez. La sensación amarga dejaba a su vez un recuerdo lejano de algo que no podía saber que era, un recuerdo que cada vez se iba alejando más de su realidad hasta desaparecer.

Y ahí en el suelo, despertó mirando un techo blanco un tanto distorsionado por su visión. Lo que aún podía saber con claridad era que el dolor de cabeza le acompañó de su sueño hasta la realidad.

Ese sueño le había parecido tan real que dejó la sensación de adrenalina en su cuerpo por un rato más, su frente estaba sudada y el corazón le latía bastante rápido. Ethan se sentó sobre la cama, mirando a todos lados de su habitación, en el suelo había unas cuantas botellas de alcohol vacías, la iluminación era casi nula a excepción de la que brindaba la ventana, la luz de la luna.

Si Fuéramos RealesWhere stories live. Discover now