—Capitulo 4—
Spencer jones estaba en todos lados
6:00 a.m. El despertador sonó con esa melodía odiosa que, por alguna razón, había olvidado cambiar. Era hora de levantarse.
Me incorporé lentamente, intentando no volver a dormirme, pero el calor pesado de la habitación me abrazaba como una manta invisible. Sabía que si no me metía a la ducha fría de inmediato, volvería a caer rendida en la cama. Intenté levantarme, pero cada vez que alzaba la cabeza, mi cuerpo me traicionaba y volvía a dejarla caer sobre la almohada. En un segundo, ya me había acurrucado de una forma tan cómoda que casi me convenzo de quedarme ahí.
—Dios, ¿por qué tenía que ser tan perezosa? —murmuré entre dientes, estirándome como si eso fuera a darme la energía que necesitaba.
Finalmente, logré levantarme y fui directo al baño. El agua helada me cayó sobre la cabeza, pero ni eso parecía ser suficiente. Me sentía como la Bella Durmiente... solo que sin un príncipe, sin un hechizo, y con el deber de enfrentar otro día más. Ni siquiera el agua corriendo por mi espalda me despertaba por completo.
Suspiré.
Otro día.
Salí de la ducha sujetando mi cabello con un gancho. Mientras me cepillaba los dientes, el cansancio pesaba sobre mí. Quizás era por la falta de medicación... ya llevaba varios días sin tomarla. Me había sentido bien al principio, pero en las mañanas era como si mi cerebro se apagara, como si necesitara una carga extra de energía para reiniciarse.
Salí del baño en bata, aún con la toalla enredada en la cabeza. Necesitaba vestirme rápido.
Abrí las ventanas para que entrara algo de luz y me ayudara a espabilar. Pero al abrir la que daba hacia la casa de los Jones, me encontré con la "sorpresa" del día: Spencer Jonás, sentado al frente de su batería, taza en mano. ¿De verdad este tipo no se cansa de hacer ruido?
Resoplé, cerré las cortinas sin hacer el más mínimo esfuerzo por disimular mi molestia y me dirigí al clóset. Entre toda la ropa, unos jeans largos y una camiseta blanca fueron lo único que me convenció. Simple, cómodo, y sin mucho que explicar.
—Buenos días, mamá —saludé al verla frente a la estufa.
—Buenos días, cariño. ¿Ya te vas al trabajo?
Asentí con la cabeza.
—Bueno, entonces déjame apurarme para darte tu desayuno —dijo mientras se movía con agilidad entre los utensilios.
Sonreí levemente mientras revisaba el celular. No tenía mensajes nuevos... al menos no de los importantes. Lo segundo que hice fue abrir los mensajes de anoche. Spencer Jonás.
Ese chico de verdad no tenía ni una pizca de vergüenza. Y, por lo visto, tampoco memoria. Yo sí recordaba. Recordaba perfectamente lo que dijo de mí, cómo me hizo sufrir con sus calumnias, cómo llamó a mi padre en pleno funeral.
Deslicé la vista hacia mi madre. La observé con una mezcla de cariño y resignación mientras se apresuraba a prepararme el desayuno, ajena a la tormenta que revivía dentro de mí.
—Claire, supe que tus compañeros son los hermanos Connor —dijo mi madre, con ese tono casual que siempre usa cuando quiere sonsacarme algo—. Charlie y Charlotte Connor... son sobrinos de la señora Lisa.
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Hacker-S
Teen FictionUn pueblo donde todos se conocen, pero todos guardan un secreto en común: la muerte de esos dos hombres que, ante todos, parecían ser personas ejemplares. Ella, una chica rebelde, no sabía cómo podría huir de él, si él era el manejador del arma más...
