9. Lo último que esperaba

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📅 DOMINGO

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📅 DOMINGO

📅 DÍAS DESPUÉS

" Hola, siento mucho no haber podido ir al partido ni haberte avisado. Tuvimos que llevar a Hugo a urgencias porque le dolía el estómago. Por suerte no fue nada grave y estamos ya en casa. Mañana hablamos. Buenas noches"

Lo primero que hizo Natalia aquella mañana de domingo, fue mirar su móvil. El tick azul seguía ahí, pero Juancho no le contestaba. Mientras Hugo dormía, lo llamó medio escondida en el lavadero de la cocina, pero, él, no le cogió el teléfono. Lo intentó un par de veces durante toda la mañana, pero seguía sin contestar, produciéndole esto, cierto desasosiego. 

Ayer lo tenía todo preparado para irse. La madre de Hugo, Gloria, había venido a pasar el fin de semana, y tenía una excusa muy buena, gracias a su hermana Aroa, para ir a ver el partido, pero, en vez de ir a ver a Juancho jugar, terminó en urgencias. Una bonita forma de pasar un sábado por la noche. 

- Natalia, ¿Podrías venir y sentarte? Tenemos que hablar -la aguda voz de Hugo la hizo dar un respingo y chasquear con fastidio. 

Lo que menos quería ella, era hablar. Quería que Juancho le contestara el teléfono. Quería coger la puerta de esa casa, largarse y no volver más, pero, era una puta cobarde que se merecía todo lo que le pasaba. Le medio sonrío a Hugo y se sentó, conteniendo el aliento en el hueco que él le hizo en la cama.

- Te he pedido perdón de todas las maneras habidas y por haber, Natalia. Creo que durante estos meses te he estado demostrando que te quiero y que quiero que lo nuestro funcione, ¿por qué no pones nada de tu parte?

La rubia deseó bajar las manos a su vientre y decirle que ahí estaba esa razón, una de tantas, que le impedía dar más de si misma con él. Ella no lo amaba. Nunca lo había hecho. Su madre no debió obligar a una niña de 17 años a estar con un tío de 27. Lo que sentía por él, era lástima, algo de cariño y muchas veces, rencor, porque por su culpa no estaba viviendo la vida que quería. Aunque, la culpable era también ella, porque no ser capaz de hacerle frente.

- Hugo, ya lo sabes. Iba a dejarte antes del accidente. Yo...no te amo como tú me amas a mi...no siento lo mismo. Bueno, es que nunca lo he sentido –la mano del castaño se posó en su mejilla y la acarició con mucha ternura. Si ella esperaba sentir algo, no sucedió.

- Pero podrías hacerlo, Natalia. Yo te quiero mucho. Y dijiste que lo ibas a intentar -le rogó con evidentes signos de tristeza en su rostro. 

-Hugo, joder, tú y yo sabemos porqué estoy aquí. No me hagas tener que recordártelo porque duele.

- ¡Mierda, Natalia! Así nunca llegaremos a nada. No pones de tu puta parte. No podemos continuar así, joder. Somos una pareja y más parecemos otra cosa -él empezó a alzar el tono de voz hasta casi gritar, algo que ella no estaba dispuesto a aguantar. 

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