- Tu boca es adictiva, Tali.

Cierro mis ojos unos segundos, y es entonces cuando siento como su boca cubre la mía. Al principio es sólo un pequeño roce, pero a medida que sus labios cubren más centímetros de los míos, su boca toma posesión de la mía, queriendo que su lengua se interne en ésta. Un jadeo sale de mi boca, estrellándose contra la suya. Una de sus manos sube por mi brazo, hasta posarse en mi cuello. Sus dedos se enredan en mi pelo, tirando un poco de mi, para tener más acceso a mi boca. 

Oleadas de placer recorren mi cuerpo cuando su lengua prueba la mía. Sus dientes mordisquean mi labio superior mientras sus dedos acarician la parte de atrás de mi nuca. Sus lentos movimientos de su lengua, acompañan las embestidas de sus labios contra los míos. 

El sonido de su móvil, nos hace separarnos. Juancho me da un pequeño beso y se relame los labios llevándose mi sabor en su boca.

- Es del hospital –me dice él contestando el teléfono. Pone el manos libres para que podamos escucharlo los dos- dígame.

- Señor HernánGomez -le pregunta una voz de hombre al otro lado de la línea, al que reconozco como el que nos sacó sangre hace un rato. 

- Si, soy yo –le responde Juancho, mientras siento unos enormes nervios en mi estómago. Y no debería estar así porque yo no tengo ninguna duda de que él es el padre, pero luego, me pongo a pensar que a veces estas pruebas fallan y que lo mismo tengo yo la mala suerte, de que uno de esos fallos me toque a mi. 

- Soy el doctor García. Tenemos los resultados de la prueba de ADN, se la envío por correo electrónico a usted y a la otra parte implicada. 

- ¿Y qué dice la prueba? -el tono de voz de Juancho es bastante ansioso. Algo que entiendo perfectamente y que de ser yo, estaría igual que él. 

- Que usted es el padre del bebé al 99,9 % -el suspiro que sale de mi boca, es incluso más elevado de lo que pensaba. Un escalofrío hace que me estremezca y que incluso me escuezan algo los ojos debido a la emoción del momento. 

- Bien, muchas gracias.

Muerdo mis labios esperando su reacción y sintiéndome más aliviada de que él, ya tenga confirmado que el bebé es suyo. Juancho echa hacia atrás su cabeza y cierra los ojos dejando salir un largo suspiro de su garganta. No me atrevo ni a hablarle porque no sé lo que puede estar pasando por su cabeza en este momento, ni, lo que pasará a partir de ahora. A los pocos segundos, abre sus ojos para mirarme a mi, esta vez, con un brillo que no le había visto hasta ahora.

- Di algo, Juan Alberto. Porque me voy a comer las uñas de los nervios –le ruego mordiendo uno de mis dedos.

- No tenía ninguna duda, Tali -su boca se curva en una sonrisa. Esto hace que los latidos de mi corazón se incrementen aún más y que mi estómago sufra un vuelco a causa de la forma que tiene ahora mismo de mirarme. 

- ¿De verdad? –le pregunto bastante confundida. Juancho coge una de mis manos y acaricia mis dedos muy despacio. El rubor de mis mejillas va acrecentando a medida que él acorta el poco espacio que nos separa.

- De verdad –asiente él rozando su nariz con la mía. Puedo sentir como su aliento cosquillea en mis labios haciendo que de nuevo quiera besarlo.

- Dime lo que piensas, Juancho, por favor. Aunque sea malo –mi mirada y mi voz son de súplica porque necesito saber que está pasando por su cabeza en este momento. 

- No es malo, tonta –su sonrisa acaricia mis labios y los prueba de nuevo dejándome sin aliento.

Me estoy acostumbrando a estos besos. A la sensación de su lengua dentro de mi boca, que me hace estremecer de placer. Una de sus manos se posa en mi cintura y se pierde en la parte baja de mi espalda. Recuerdos de aquella noche, la noche en la que concebimos a nuestro hijo, sacuden mi mente y hacen que todo mi cuerpo lo reclame. De nuevo los gemidos de mi boca son acallados por la suya. De nuevo siento todo mi pecho agitado y responder a cada uno de sus besos con la misma desesperación que él. 

OVERTIMEWhere stories live. Discover now