C U A R E N T A Y T R E S

Start from the beginning
                                    

-¿Cuál fue el último libro que te has leído?- me preguntó sin dejar de recorrerme la cara con los ojos.

-Él último libro que he leído hablaba de hadas.- Me sonrojé. Estaba quedando como una niña pequeña exponiendo su mundo de fantasía.

-¿Hadas?- enarco una ceja y ensancho su sonrisa.

-Lo siento, ha sido una estupidez- murmuré, dejando caer hacia atrás.

-No- dijo, y se colocó a mi lado. Y cuando lo miré el ya me estaba mirando-. Me gusta que hables de tus libros. Te brilla los ojos, y me gusta verte hablar de algo que te gusta.

Sonreí y volví a sonrojarme, mirándolo a los ojos, y me estremecí cuando puso unas de sus manos en mi mejilla.

-Nunca te había imaginado decir eso.

-A veces se cuelan en mi vocabulario, ¿Qué le voy a hacer?- Me miró con picardía, y de un momento a otro, colocó su otra mano en mi rodilla y tiro de ella para ponérsela encima de la cadera-. Pareces nerviosa.

Tragué saliva, notando cómo mi corazón comenzaba una maratón en mi pecho que ya no iba a poner controlar. Sus manos fueron subiendo por mis muslos con una lentitud enloquecedora, acariciando mi piel desnuda con suavidad y causando un efecto en mi cuerpo que hacía una eternidad que no sentía.

¿Por qué se estaba acercando tanto? Y, lo más importante, ¿por qué no lo hacía mucho más?

-Y tú parece que estés intentando conquistarme, Romeo.

Las palabras salieron de mi boca con la intención de parecer segura, pero mi voz se quebró y tuve que morderme el labio para no sonrojarme.

Espóiler: no funcionó.

Las mejillas me ardían como si llevaran el propio infierno en su interior.

-¿No lo había echo ya?

-Bueno, sí...

Sonrió con dulzura y rodeó mis caderas con sus manos, colocándose a unos pocos centímetros de mi rostro. Tan cerca de él, podía admirar su rostro con mayor claridad, me mordí el labio cuando me fije en las pecas que adornaban su nariz y sus mejillas. Era... perfecto.

Tragué saliva deseando acabar con los centímetros que nos separaban. Muchas veces me imaginaba como iba a ser besarlo, pensando en como sería el tacto de sus labios, en como se sentiría el roce de su barba cortada contra mi barbilla, y ahora, podía besarlo cuando quisiera, solo faltaba la valentía de hacerlo.

-No puedes seguir mirándome así- susurró y su aliento me rozó los labios. Alcé la mano y la llevé temblorosa y nerviosa hacia su mejilla, y cuando la acaricie, sus pestañas se alzaron hasta que sus ojos volvieron a conectar con los míos-. No puedes mirarme así- repitió, con las voz aterciopelada-. Porque ya no voy a poder sacarte de mi mente jamás, y no sé si voy a poder vivir con solo un recuerdo.

-No lo harás- susurré, anhelando estar más cerca de él, cosa que ahora mismo parecía humanamente imposible, ya que mis piernas estaban pegadas a sus caderas y la mano que no tenía sobre su mejilla descansaba en su hombro.- No seré un recuerdo. No puedo mantenerme alejada de ti- admití y se alejó un poco para poder mirarme mejor.

Mis mejillas seguían ardiendo cuando levantó su mano y rozó una de ellas. Nunca había sentido algo así con nadie, y me daba miedo. La verdad era que estaba acojonada, muy acojonada, pero, era verdad lo que había dicho, no me sentía capaz de alejarme de él

-He intentado no escuchar mi corazón en todo ese tiempo, ¿sabes?- Me miró los ojos con una sinceridad abrumadora. Le brillaban y jamás había visto un brillo tan intenso. Sus ojos habían conseguido atraparme y desarmarme por completo-. He intentado no hacerlo porque... Porque sabía que si lo hacia ya nunca más voy a poder ignorarlo- suspiró, y su mano se movió hasta colocarse en mi nuca, por debajo de mi cabello castaño-. Pero por mucho que lo intentará, por mucho que lo quisiera ignorar..., tú estabas tan metida en el que que yo... no he podido conseguirlo. No puedo seguir mintiéndome a mí mismo, no si se trata de ti- dijo, y apretó con fuerza mi cintura, levantándome con facilidad y obligándome a sentarme encima de él-. Voy a besarte, ____.

No tuve tiempo de asimilar lo que acababa de decir porque, de repente, sus labios estaban sobre los míos, inesperados, suaves, ardientes... Besando como nunca nadie antes lo había echo como si quisiera beber de mí para sobrevivir. Su lengua arremetió contra la mía de forma pasional, con ganas, tan dulce y a la vez salvaje que estaba dejándome completamente sin aliento. Cerré los ojos y me encontré a mi misma respondiéndole del mismo modo, deseando el beso como jamás había deseado ningún otro. Como jamás había deseado nada.

Y justo en ese momento, tocan a la puerta y juraría que nunca antes había deseado ir a la cárcel por motivos de asesinato.

Lindos Ojos- Karl JacobsWhere stories live. Discover now