📅 DOS DÍAS DESPUÉS

Teresa me ha "obligado" a venir a casa de Andrea a medir la cocina. Según ella, si no hago estas cosas, nunca voy a aprender. Además, que como yo he hecho el diseño, me ha dicho que tengo que comprobar in situ lo que he realizado. A punto he estado de decirle que no me sentía preparada todavía para esto, pero, luego he pensado que tengo que pedirle a Andrea el teléfono de su hermano para poder quedar con él. 

Ya va siendo hora de que sepa que va a ser padre. Y cuanto antes yo empiece a tomar decisiones, mejor. 

Llamo a la puerta de la casa de Andrea y espero unos segundos a que me abran, pero, la sorpresa me la llevo al ver que quien lo hace no es ella, sino Juancho. Me quedo mirándolo sintiendo como mi corazón se agita en mi pecho y como me está costando respirar de los nervios que tengo. Él muerde su labio superior y chasquea su lengua mientras me mira. Durante unos segundos, ninguno dice nada, sólo nos limitamos a observarnos sin abrir la boca ninguno de los dos. 

- Hola –le digo casi balbuceando. Parece que no quiere contestarme por la dureza de su rostro mientras me mira. 

- Hola –me responde él con un tono de voz bastante frío, algo que sospecho por lo que es- Andrea va a tardar un poco en venir. Me ha dicho que empezaras tú y que si necesitas algo, me preguntes.

Dudo un poco entre si entrar o irme a casa, pero, tengo que aprovechar el hecho de que vamos a estar solos para poder hablar con él. 

- De acuerdo -le digo esbozando una pequeña sonrisa que él no me corresponde. 

Juancho me deja pasar haciéndose a un lado. Cuando entro en la casa, casi lo rozo al hacerlo y no puedo evitar que mi nariz aspire la fragancia a colonia fresca que emana de su cuerpo. Cierro mis ojos durante unos segundos queriendo armarme de valor para lo que tengo que decirle, pero, estoy muerta de miedo.

Él me guía hasta la cocina sin hablarme todavía. Al entrar resoplo y silbo al ver el desastre del que Andrea me habló. Saco mi cuaderno y mi telémetro para empezar a hacer las mediciones. Seré antigua, pero, prefiero hacerlo todo a mano que en la Tablet. Me siento más segura así.

- Pues si que reventó bien la olla exprés –le digo a Juancho medio riéndose. Él me mira cruzando sus brazos manteniendo la misma expresión sin emoción alguna, de antes.  

- ¿Sueles hacerlo? –me pregunta él ante mi confusión- lo de follarte a alguien teniendo novio, ¿lo haces mucho?

Me muerdo la lengua intentando reprimir las palabras que tienen que salir de mi boca. Agudizo mi mirada sobre la de Juancho y no veo ni un atisbo de dulzura del chico que me besaba desesperado en los asientos traseros de su coche.

- Hugo...no es mi...bueno...joder... -intento darle una explicación coherente, cuando ni yo misma entiendo que es lo que tengo con Hugo. 

-¿No es tú qué? ¿tu novio? porque bien que se le llenaba a él la boca llamándote así. 

Me llevo las manos a la cara explotando de una vez. Las lágrimas salen por mis mejillas mientras siento una presión en mi corazón que no me deja respirar. Me doy la vuelta porque no quiero que él me vea llorar. Llevo unos días mal. Terriblemente mal. Será por las hormonas, y porque delante de mí está el padre de mi bebé, del que no sé como va a reaccionar cuando se entere.

- Natalia –su voz es un susurro tranquilizador dentro del caos que es mi vida. Me niego a darme la vuelta, a pesar de su cercanía.

- Estoy bien –le digo sin volverme, porque sé que como me toque me voy a derrumbar aún más todavía. 

- No lo estás. Si lo estuvieras no llorarías.

Juancho pone sus manos con delicadeza sobre mis hombros y lentamente me gira hasta estar delante suya. De cerca y de día, es aún más guapo de lo que lo recordaba. Lleva una camiseta de manga corta, que deja entrever unos intrincados tatuajes que se pierden por dentro de la ropa. Nunca me han llamado la atención los tíos tatuados, pero, tengo que reconocer, que en él se ven increíblemente sexis.

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