Introducción.

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Cinco años después de la coronación de Eris.

Narrador omnisciente.

La familia Armand había sido respetada desde hace siglos, era una de las más influyentes de Relish y de las siete tierras, pertenecían a la manada de Luna Sangrienta y por cuestiones de la vida, su legado se vio terriblemente afectado.

Los rebeldes comenzaban a ganar territorio y el que no podían obtener, lo masacraban hasta que solo quedaran cenizas, la guerra que la reina llevaba con los rebeldes la estaba sacando de quicio, no sabía qué hacer, hasta que decidió crear un muro alrededor de todo su reino.

Muchos decían que era una idea con poca imaginación, otros que era muy ingeniosa para salvar a su pueblo sin derramar más sangre en el proceso. Los rebeldes, en respuesta al nuevo muro que les impedía ir a Relish, escogieron una de las manadas más fuertes del reino para masacrar, Luna Sangrienta. Entrar no fue tan difícil como creían, solo tuvieron que matar a un guardia y hacerse pasar por ellos.

Nadie sabía que esa noche estaría marcada para siempre.

La masacre más cruel de los rebeldes, quienes seguían exigiendo lo mismo: que Eris Ajax abandonara el trono.

La familia Armand se encontraba cenando cuando escucharon los disturbios, vidrios rotos, gritos y muerte, sus ventanas fueron marcadas con sangre, era el indicio de que esa familia sería la siguiente.

—Atacan nuestra manada —dijo Erik Armand mientras se levantaba de la mesa—, debemos salir de aquí.

Él sabía que era poco probable que su familia saliera completa, uno debía sacrificarse para que los demás se fueran. Su hija de cinco años se aferró a su peluche, cerró los ojos con fuerza, no quería ver como entraban a matar a su familia porque sabía que ella y su hermano menor, iban a quedar vivos.

Los rebeldes eran malos, pero no estúpidos, a ellos no les servía de nada masacrar aldeas si no podían quedarse con algo, desde que iniciaron, hacían una sola cosa: matar a los mayores y llevarse a los niños.

—No quiero morir —dijo la madre de la pequeña desesperada—, hay que irnos ya, vamos Erik, antes de que entren a nuestra casa.

Ella tomó a su hijo menor en brazos, agarró la mano de su hija y caminó a la puerta trasera de su casa.

—Alguien debe quedarse —murmuró Erik—, si nadie lo hace, irán por nosotros y nos mataran.

Pensó en sus únicas dos opciones: irse con ellos y arriesgar sus vidas o quedarse para darle una esperanza a su familia.

—Ni lo pienses —dijo ella viéndolo—, podemos escapar todos, llegar a los refugios, como una familia.

Él negó, sabía que eso no era posible, si se iba con ellos los rebeldes los perseguirian, se llevarían a sus hijos y matarían a su esposa frente a él, no estaba dispuesto a presenciar tal acto, así que ideó un plan en pocos segundos, iba a distraer a los rebeldes mientras su familia escapaba.

Se acercó a su hija menor y le dio un beso en la frente.

—Cuida de la familia, Sasky —susurró, la pequeña Saskya abrazó con más fuerza su peluche y asintió en silencio, luego fue con su hijo menor, él se veía asustado y abrazaba a su madre con fuerza. Por último, tomó las mejillas de su esposa y la besó—, voy a salir y ustedes se irán.

Emily sabía que no tenían de otra, que era eso o morir.

Él se acercó a la puerta y antes de abrirla se giró y miró por última vez a su familia.

—No me olviden. 

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El legado de la Luna. Libro 2. (EN PROCESO)Where stories live. Discover now