Capítulo seis

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Jeremiah

La puerta se abrió y apareció una chica. Al principio no la reconocí pero me acabó viniendo a la mente que era Jillian, la compañera de habitación de Belly. Me la había presentado al empezar el curso, no había hablado mucho con ella y sabía que tampoco era muy cercana a Belly. Pero, sin embargo, ahí estaba, plantada en la entrada de mi dormitorio.

- Ahora mismo no quiero ningún sermón ¿No has visto la puerta? - soné un poco más borde de lo que quería. Aunque era verdad, no necesitaba que nadie me recordase lo capullo que había sido con Belly. Una vez ella y yo habíamos discutido porque yo había pasado la noche fumando hierba con los de mi hermandad y a ella no le gustaba. En ese momento no vi que ella tenía razón y había sido un imbécil por ello, pero al cabo de horas me di cuenta y me odié a mí mismo por lo ocurrido.

Pero esta vez fue distinto, supe en el instante en el que la miré a los ojos que había sido capullo, pero capullo de verdad. Y luego fue cuando lo dijo. Había escuchado a Lacie hablar sobre lo que pasó en Cabo. Y me di cuenta que había sido aún más gilipollas por no habérselo contado a Belly en el momento en que pasó. Vi dolor reflejado en sus ojos, un dolor que nunca antes había presenciado. Y había se lo había provocado la última persona que pensé que le haría tal daño. Yo.

Cerró la puerta atrás suyo y se sentó en la silla de mi escritorio.

- No vengo a hacerte ningún "sermón" - hizo una mueca en la palabra sermón, con ironía.

Supongo que se dio cuento de que aquello no me había hecho mucha gracia, porque rápidamente se disculpó, sin mirarme a los ojos.

- Jeremiah, no sé que pasó como para que te acostaras con Laice. - dijo sin tapujos - Lo que si sé es que tu quieres a Belly más que a nada en el mundo. - era verdad.

Automáticamente supo lo que iba a decir, así que cuando abrí la boca para replicar, me interrumpió y añadió:

- Lo veo, todos lo vemos. Lo que tenéis vosotros es especial, Jeremiah, todos querríamos algo así. La has cagado, hasta el fondo. Pero te quiere demasiado como para poder olvidarse de ti.

- No lo creo, ya no. No después de lo que hice. Vi el dolor en sus ojos Jillian, el dolor que yo le provoqué. - ella notó como mi tono pasó de tristeza a desesperación.

Ahora estaba sentado en la cama con los codos apoyados en mis piernas y mis manos en mi cabeza. Se sentó a mi lado, me puso una mano en el hombro y me dijo:

- Claro que sí, el amor no se olvida así. Sólo tienes que hacer lo correcto y por eso estoy aquí. - quité las manos de mi cabeza y la miré a la cara, ella prosiguió - pero antes necesito que me cuentes cómo pasó.

El verano en que me enamoré - Supongo que eso es el amorWhere stories live. Discover now