1. El tablero

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La sangre brota de forma lenta y tortuosa del cuerpo en el suelo, cada gota derramada es una pincelada en una obra de arte creada por la muerte y también una señal de la vida que esa noche abandona el mundo, un alma que buscara una redención en el más allá o que le espera una condena eterna en la purga de sus pecados. Harry permanece de pie junto al hombre que segundos atrás le rogaba, entonces se pregunta cuál de todas las heridas que le causó será la razón de su muerte.

Las luces del jardín crean la ilusión de compañía a su alrededor, terroríficas para aquel que tema de ella, lo cual no es el caso de Harry, las sombras no lastiman, los seres humanos, sí. La noche se doblega a su voluntad, testigo y compañera fiel del terrible acto cometido, puede apreciar el segundo exacto en que el corazón del hombre deja de latir, esa última exhalación, un último intento de aferrarse a la vida.

Supone que la primera vez que vio morir a alguien fue a su madre, pero es menos que un recuerdo, es una imagen borrosa, con personas cuyas siluetas se han desdibujado. La segunda vez ocurrió el año anterior, Voldemort lanzó un avada a un mortifago que se ubicaba cerca de su puesto, probablemente con intenciones de asustarlo, pero Harry no se asusta fácil. En la tercera ocasión su padrino atacó para que él no tuviera que hacerlo y la cuarta... la cuarta es el cadáver en el suelo.

A lo largo de los años la mente de Harry se ha perdido en las probabilidades, en cómo se iba a sentir en ese instante, ese trascendental segundo en que el origen de una muerte fuera obra de sus propias manos. No le parece que algo haya cambiado, sigue siendo un chico de 16 años con cabello azabache, ojos verdes y una cicatriz en la frente.

¿En qué momento se cruza la línea entre la defensa y el asesinato?

Si existe una línea que lo divide Harry imagina que ya la ha cruzado, no desea ocupar el papel de víctima, no cuenta con sentido, pues si bien la motivación del acto fue la defensa de alguien que le importa, la tortura que llegó más tarde no encaja con el papel, disfruto cada grito, cada suplica, cada llanto desesperado.

— ¡Harry! —La voz fuerte de Sirius Black lo llama, rompe el hermoso silencio de la noche.

— ¿Qué sucede padrino?

Él voltea hacia el hombre que se mueve en pasos firmes, el aura que lo rodea aún muestra rastros de la violencia vivida la hora anterior, las manos tiemblan en alerta, dispuestas a tomar la varita y lanzar hechizos de tortura que quien reciba rogara no haber nacido, ruego que seguramente confirmaría de poder, el otro cadáver que adorna el jardín.

La sangre también cubre la ropa de su padrino, esa le provoca un sentimiento de molestia, su magia quiere salir y danzar furiosa, buscar venganza, pues la sangre es de Remus Lupin, a quien los dos mortifagos muertos le tendieron una emboscada, una suerte que Sirius y Harry aparecieron en su ayuda.

—Dumbledore ha enviado un mensaje, aparecerá junto con el resto de la orden en Grimmauld Place por la mañana.

Da una señal que lo comprende, deja que las palabras se asienten, que el leve viento de la noche las arrastre, se las lleve lejos de allí.

— ¿Cómo se encuentra Remus? —pregunta Harry, el rostro de su padrino se compone en una mueca de dolor.

—Se pondrá bien, las heridas no fueron tan graves, pero el estar saliendo de una transformación a lobo hará que le cueste un poco recuperarse —Sirius camina hacia el cuerpo, lo examina y en un arranque de rabia comienza a lanzar patadas que convierten sus zapatos de negro a rojo por la sangre

Harry lo permite y permanece en silencio mientras lo ve desahogarse, desde los sucesos de tercer año se había preguntado por la relación de su padrino y Remus, ya lo tiene claro, que aún sin la etiqueta de pareja, ambos están dispuestos a morir por el otro.

La Orden RealWhere stories live. Discover now