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🎧: These Boots are Made for Walking - Nancy Sinatra

Odiaba estar encerrado en mi cuarto todos los días, mi mente no paraba de comprender porque seguía encerrado en aquellas cuatro paredes de color gris de mi habitación. Era obvio, me aburría demasiado estando ahí. Toqué mi mesa de noche buscando mi reloj inteligente, estaba un poco tarde para salir si no quería encontrarme a tanta gente en el metro. Ni me despedí de mi gato, era evidente que necesitaba salir de esa casa lo antes posible, eran cerca de las dos de la tarde y tenía que apresurarme o mi cafeteria favorita iba a cerrar pronto.

—Audífonos, pulseras, cartera, paraguas y el celular. Estoy listo—dije antes de salir de mi casa.

Me coloqué los audífonos y era evidente que necesitaba escuchar algo de música, aunque hoy en particular no sentía ganas de escuchar a Taylor Swift. Me sentía toda una perra y recuerdo haber escuchado una canción algo extraña pero poderosa en una de las películas que había visto recientemente. Vestido decentemente, totalmente arreglado lo estaba dando todo, un espectáculo para todo el que me mirara. No obstante, hasta que un idiota me salpicara toda la ropa al pasar con su auto sobre un charco.

—¡Púdrete maldito hijo de puta! —exclamó decentemente el príncipe

Tenía rabia, aunque haya estado parcialmente mojado seguí mi marcha. Como si fuera poco, para añadirle más desgracias a mi día, recibía una llamada extraña para mí, pero al mismo tiempo totalmente odiada. El infeliz de mi padre se dignaba en llamarme, como si fuera poco después de todo el daño emocional que me provoca decide llamarme. Claramente no respondí, sería una pérdida de tiempo desperdiciar mi energía en un ser que solo trae más problemas a mi vida. Aunque claro, de vez en cuando no está mal liberar esas energías negativas con personas que posean lo mismo, en este caso el. Llegaba por fin a la cafeteria, podia percibir ese olor a cafe tan delicioso que enamoraba a cualquier persona que pasara cerca. Siempre ordeno lo mismo, un latte con un muffin de blueberry y es que me gusta muchísimo, no encuentro como reemplazar el sabroso muffin de blueberry. Como era de costumbre mi visita al lugar ya el barista me conocía, aunque a veces me incomodaba su mirada constante, siempre estaba algo nervioso al atenderme, aún no comprendo.

—No te había visto hace mucho por aquí—dijo el barista

—Ah, sí, no he estado saliendo mucho de mi casa—dije mientras agarraba el cafe dirigiéndome a la mesa.

—Si quieres te puedo acompañar, estoy de receso ahora—dijo el muy coqueto

«Estoy sumamente enojado y créeme lo menos que necesito ahora mismo es tener tu presencia asfixiante a mi lado» pensé

—Si, está bien—volví a tener miedo de decir que no. 

Si bien decirle no a una persona se me hacía sumamente difícil, no puedo negar que en algunos momentos si me gustaría poder hacerlo sin tener sentimiento de culpa o lastima. Aunque de todas formas el chico barista pues si me incomodaba un poco porque, bueno, no puedo confirmarlo, pero claramente le gustaba. Me moví un poco hacia la izquierda de la mesa, podia ver la calle a través de la ventana. El chico se sentó a mi lado, podia ver cómo le temblaban las manos. Intenté romper el hielo con preguntas un poco directas, claro está, las intenciones eran otras. Coloqué mi celular en la mesa y decidí mirarlo fijamente, sabía que eso lo pondría más nervioso.

—¿Hace cuanto llevas observándome?—pregunté

—¿Porque la pregunta?

—Se que tu verdadera intención es querer saber algo más de mí, no soy tonto.

—Mm, bueno, realmente... —Fue interrumpido por una compañera.

Pude ver como pasaba su mano peinando su cabello. Estaba nervioso y ese era mi objetivo, aunque podría decir que el chico no esta tan mal que digamos. Es guapo, pero algo tímido, también me recuerda muchísimo a Andy cuando comencé a conocerlo. No sabía el nombre de este chico, pude escucharlo por primera vez cuando su compañera le gritó. Mientras tomaba mi primer sorbo de mi latte, pude ver como sacó un bolígrafo y comenzó a escribir algo. El chico se acercaba a mi nuevamente, esta vez algo apenado y de forma pasajera.

—Mm, quizas este no sea el mejor momento para conversar, podrías llamarme más tarde.

«Me había escrito su número telefónico en una servilleta»

—Por supuesto que sí, Alejandro—dije mientras le sonreía

—Nos... vemos pronto— tartamudeó y se despidió con la cabeza abajo y de prisa.

Solo reí y seguí bebiendo de mi latte, disfrutando de aquella tarde lluviosa.

Midnight Rain Kde žijí příběhy. Začni objevovat