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Mi barco llegó a la costa media luna sin problema, desde que Ba Sing Se le pertenece a la Nación del Fuego, el llegar a la ciudad es muy sencillo, lo difícil va a ser salir. Pero no es la primera vez que estoy listo para una misión suicida.

Claro que aquella noche no viajaba yo solo, Smell había sido en extremo comprensiva al no hacerme ninguna pregunta con respecto a lo que había pasado en la torre de los Yuyan, la mayor parte de nuestro viaje fue en silencio, un esquife robado, una vela remendada a medias y pocas provisiones eran nuestra compañía, eso y un mar en calma.

Es curioso cómo el fin del otoño que da paso al invierno suele provocar los días con más calma, sobre todo en alta mar, pero las temperaturas que descienden, sobre todo en la noche, te recuerdan que debes tener cuidado y permanecer alerta.

—Deberías dormir un poco —. Me dijo Smell mirándome con preocupación.

Llevábamos navegando 4 días y 3 noches, yo no podía dormir, no quería hacerlo, debía prepararme, fortalecer mi voluntad. Las noches las usaba para practicar mi visión, lanzando flechas al mástil, el timón, la proa o la popa. Una noche más y nuestro pequeño barco se habría sumergido en el agua a causa de los agujeros.

—No necesito dormir, si me duermo podríamos pasarlos.

—Sabes que yo me quedaría despierta y si algo cambiara, yo te avisaría.

—Lo sé.

Vaya que sí lo sabía, pero simplemente no podía dormir, cada vez que cerraba mis ojos imaginaba lo que Keon y sus perros le hicieron a Aye-Li, la imagen de ese cuarto adornado para tales perversiones ha sido algo que me persigue desde entonces y me perseguirá toda la vida.

Como reflejó, frotaba el pedazo de tela roja que ahora colgaba de mi cuello como bufanda.

—Sabes que eso no la traerá de vuelta —Smell señalaba los orificios de flecha en el mástil, 3 orificios, tan engrosados y gastados por el constante golpe de mis flechas certeras en el punto exacto.

—No sabemos que este muerta —. Aún no sé si dije eso para convencerla a ella o para convencerme a mí.

¿Quería que estuviera viva? ¿Yo podría seguir vivo luego de sufrir lo que ella había sufrido? Entiendo que me había lastimado y si bien en ese momento estaba enojado con ella y preocupado, hoy puedo pensar más claramente, anhelar la libertad y hacer lo que sea necesario para alcanzarla no debería ser motivo de oído para nadie y sin embargo lo hacía, pero al mismo tiempo no quería que muriera. Por eso las palabras de Smell me dolían en lo más profundo.

—¿Y qué crees que va a pasar? ¿Encontraremos el barco y como todo un héroe salido de las historias vas a liberarlos a todos, curaras sus heridas con las fuerzas mágicas del amor? A caso crees que una flecha dorada bañada en fuego aparecerá en tu carcaj y la usarás para romper las cadenas de nuestros amigos?

—No, hace mucho tiempo entendí algo importante...

—¿Qué cosa? — Ella puso su mano en mi hombro, hasta ese momento, había creído que la tela de la ropa de Aye-Li le quemaba la piel con solo tocarla.

—No soy un héroe, no apareceré en los libros de historia y nadie sabrá lo que haremos esta noche. Las páginas están reservadas para avatares y sus compañeros, reyes y señores del fuego, no para gente como yo... para gente como nosotros—. Le tomé la mano y la envolví con las mías—. Somos desechables, vivimos, crecimos y moriremos bajo la sombra del anonimato, pero que algo sea efímero e irrelevante no significa que no valga la pena defenderlo o vengarlo. Así que no Smell, no voy a pasar a la historia y tampoco espero ningún milagro, no seré recordado como Jujinta el compañero de Yangchen o como Jimpa el amigo de Kyoshi. Soy Longshot, y voy a clavarle una flecha a cada maldito imbécil que quiera verme a mi o mis amigos usando cadenas... pero no lo haré solo.

El diario de LongshotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora