Epílogo.

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El agua que caía del cielo nublado, no era más que una llovizna ingenua. Es más, servía para liberarte; tenias que quedarte ahí, sentado en el medio de la playa, sintiendo el líquido cayendo sobre tu cuerpo y mojándolo, como si estuviese limpiando un pasado, para darle la bienvenida al presente, añorando el futuro. Comenzaba una nueva etapa de su vida, una en la que debía sentarse y organizarse, porque no sabia que hacer exactamente, siendo que ahora estaba solo.

Había terminado la universidad, con honores de hecho, pero eso no era suficiente. Desde que se sentó en la arena, a mirar el atardecer, se dio cuenta que las cosas que dicen prepararte para algo en especifico, no te preparan en nada. Por ejemplo, la preparatoria, dicen prepararte para la universidad, pero cuando estás en ella, te tropiezas una y otra vez. Y también tiene el mismo discurso, solo que le agregan un poco más de libertad, y dicen prepararte para la vida adulta.

Y en el curso de la misma, se puede ver que es un caos, peor que las demás. Cada día es como una aventura nueva, no sabes a lo que te enfrentas, ni lo que va a pasar. Se puede decir que es como un crucigrama;  puedes adivinar un par de palabras, pero siempre hay una que no se asemeja a nada, es decir, no encaja en la cantidad de cuadros que hay habilitados. Así es la vida, los días buenos son como las palabras que sacas fácilmente, pero los problemas que nacen a partir de ello, son los que no encajan, los que no tienen salida, solución.

Y ahí estaba él, sintiéndose como un gato encerrado, sin saber qué palabra es la siguiente, para pasar a otro problema, o al menos, a un día bueno.

Hace mucho no se sentía así, quizás la última vez que no pudo completar el crucigrama fue cuando Jisung le dijo que tenia cáncer, pero poco a poco, pudo ir poniendo palabra por palabra en cada línea, hasta que llegó el día, en que comenzó a mejorar.

Miró hacia su costado una urna, que era más como una caja de las que poseía su abuela, parecía antigua y cuadrada, con un diseño raro en el centro de la tapa. No hace mucho había sido su funeral y estaba sorprendido de que, no estaba tan triste como cuando su madre falleció, ya hace un año.

Ahí es donde se agrega algo a la lista; nadie te prepara para perder a las personas más importantes de tu vida. Nadie se sienta contigo a decirte cuanto sufrirás, pero al menos sabia que él se podía sentar y contar cuánto estaba sufriendo, tenia varias personas que lo podían escuchar. Pero nunca estás preparado, ni siquiera para la cosa más planeada del mundo.

Tomó el valor para ponerse de pie, junto a la urna. Caminó hacia la orilla del mar y la abrió, por el viento, poco a poco iba saliendo el polvo gris, cada partícula le pertenecía a la persona más importante que alguna vez pudo conocer, ¿así es la vida, no? La misma te da personas, para luego quitártela.

No estaba enojado, siempre creyó que cada persona que tocaba la tierra, fue mandado para hacer una tarea en especifica, y la de él fue cuidarlo. Cuidarlo de hacer estupideces, ayudarlo cuando más lo necesitó y sobre todo, de amarlo.

Caminó, hasta mojarse un poco más que los pies, y esparció todo por el mar, asi como su padre una vez le dijo lo que deseaba.

—¡Honnie! —escuchó un grito detrás de él, uno que lo asustó, pero en cuanto lo vio, simplemente le sonrió y dejó que se acercara, mojándose no solo con el agua del mar, sino con la lluvia—. Oh... me hubieses esperado, queria estar contigo.

—Lo siento amor, te vi disfrutando allí adentro, y no quise amargarte.

—¿Y desde cuando me amargas tú? Si necesitabas un momento a solas, me hubieses dicho, porque sé como se siente perder a tus padres, en un lapso de un año... pero te vi solo y corrí hacia ti.

—Si sabes como se siente... vayamos a casa, Jisung y abrázame toda la noche —pidió, sin saber si el agua que mojaba su rostro eran las lágrimas o la lluvia.

Jisung sonrió, e hizo un ademán, demostrándole que no tenían que ir a casa para abrazarse.

—Espera, espera, no nos vayamos. Por dios, me estaba olvidando de algo.

—¿Qué cosa, Min?

Se puso nervioso, más porque no sabia donde dejar la caja, y en el suelo no era una opción, porque sino se mojaría y se arruinaría, así que con un poco de vergüenza, se la dio a su novio, que, confuso la tomó. Sacó otra pequeña caja y la dejó a la vista, escuchando un pequeño grito de asombro por parte del ajeno.

Se arrodilló, importándole muy poco si se mojaba, porque estaba seguro de que si no lo hacia, le quitaba romanticismo. Sin embargo, cuando iba a abrir la boca para hablar, escuchó otros gritos de euforia, pertenecientes a sus amigos que habían prácticamente corrido para ver qué sucedía.

—¿Recuerdas nuestra pelea... esa en la que quisiste conseguirme pareja porque te ibas a morir? Bueno, trágate tus propias palabras —dijo, dejando salir un poco de enojo, pero escucho la risa de su novio, y eso hizo que todo se disipara—. Y yo también dije que mi única meta era casarme contigo... lamento haberme tardado, amor... luego de que mejoraste en el cien por ciento, mamá murió, y no podía pensar en otra cosa, pero siempre estuviste aquí, conmigo. Ahora que papá ya no está, y me dejo todas las empresas a cargo, te voy a necesitar tanto que tengo que atarte a mi... lo siento, así no era... —escuchó nuevamente su carcajada—. Simplemente te amo, te necesito y te quiero a mi lado, luego de todo lo que pasamos, nuestro sufrimiento... ¿quieres pasar tu vida a mi lado también? —abrio la caja y Jisung pudo ver un anillo que le hizo brillar sus ojos.

—Nuestra vida, Honnie —aceptó sin dudar, incluso, sin pestañear—. Tendremos una vida llena de salud, felicidad y amor.

Ahora sí que estaba seguro que por su rostro caían lagrimas, al igual que por el de Jisung. Se levantó lo más rápido posible para ir a abrazarlo fuertemente, mientras más gritos de sus amigos se hacían escuchar.

Y ambos abrazados, supieron escribir un nuevo destino, en donde el "para siempre", era el verdadero protagonista.

━ 𝑅𝑒𝑚𝑒𝑚𝑏𝑒𝑟 𝑚𝑒 ✧ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Where stories live. Discover now