Kea parpadea un par de veces asombrada.

—Oh, bueno, gracias por preocuparte. Yo... Eh, estoy bien. Solo algunos asuntos familiares, pero todo bien, en orden. Sí.

Es gracioso ver cómo ninguno de los dos se siente cómodo con la situación. Sé que no le gusta el que yo la haya visto vulnerable, que la haya ayudado, pero no es como si hubiera podido dejarla en aquella situación.

—Creo que debo irme.

—¿Quieres pasar? —decimos al mismo tiempo.

Yo sonrío y ella baja la mirada.

—Gracias, pero no creo que sea buena idea. ¿Te veo mañana en la escuela? —pregunto. Kea asiente y yo doy un paso atrás—. Bien. Hasta mañana, entonces.

—Adiós.

Me despido con un gesto de la mano y me giro con intención de subir a mi coche, pero entonces recuerdo que debo advertirle y la encaro.

—Por cierto. Debes olvidarte de el imbécil de Alex, Kea. No es bueno para ti.

Ahora sí me encamino a mi coche y abro la puerta.

—¿Disculpa? —jadea indignada logrando que mi vista vuelva  posarse en ella—. No eres nadie para decirme qué hacer ni con quién estar. Hago con mi vida lo que se me venga en gana, y si me equivoco es mi problema, no tuyo —espeta—. Así que no te metas en lo que no te importa.

Sus ojos arden furiosos y unas imperiosas ganas de sacudirla hasta que entre en razón se apoderan de mi cuerpo.

—Por favor, Kea. No seas tonta, ¿sí? ¿Acaso quieres a un idiota por novio?

—Estoy rodeada de ellos —escupe—, uno más no va a hacer daño.

Antes de que pueda decir nada más, gira sobre sus pies y entra a la casa azotando la puerta tras de ella.

Me digo que no es mi asunto lo que haga con su vida. Que si quiere echarla a perder está bien, a mí no me incumbe.

Pero la imagen de mamá vuelve a mi mente y decido que no puedo dejar que Kea llegue a ser como ella. Merece algo mejor.

***

Los días pasan y Kea me evita como si fuera un leproso. Se esconde de mí y no sé por qué. Dejó en claro que no quería que me metiera en sus asuntos y no lo he hecho. No planeo hacerlo.

Las cosas caen por su propio peso, y sé que muy pronto la relación de Kea y Alex se vendrá abajo. Cuando ella abra los ojos y se dé cuenta de que Alex solo quiere acostarse con ella, entonces todo va a acabar.

Solo espero que sea más temprano que tarde. Puede que no me caiga muy bien, pero tampoco quiero verla herida.

Las mujeres tristes son mi debilidad.

Tomo mi mochila después de que la clase haya terminado y miro cómo Asier sale corriendo en busca de su nueva novia.

Sacudo la cabeza divertido por su ansiedad y salgo del aula tomándome mi tiempo.

Camino por el patio que se va vaciando y localizo mi auto que está justo detrás de un coche blanco.

El de Alex. Él y Kea están frente a la puerta en lo que parece ser una discusión.

—Pero tu papá no está. ¿Por qué no quieres que vaya?

—Ya te dije que Nai...

—Cancela con ella —dice él en un tono duro. Veo los hombros de Kea hundirse y luego Alex suaviza su tono—. Solo quiero estar a solas contigo. No vamos a hacer nada que no quieras.

Bufo ante su mentira y capto la atención de ambos.

—Fidel. ¿Algún problema?

Sacudo mi cabeza y miro directo a los ojos de Kea. Enarco las cejas y las suyas bajan.

—Ninguno —murmuro.

—Bien. —Alex vuelve a girarse hacia Kea y mi ceño se frunce al ver la sonrisa que ella le da—. ¿Entonces nos vemos al rato?

Un dedo acaricia su mejilla y ella cierra los ojos.

—Sí.

Alex sonríe con suficiencia al escuchar su respuesta y entonces la besa, sube a su auto y se va dejándola sola. La mirada en sus ojos se ha vuelto desolada de repente.

—No parece alegrarte mucho la idea de estar con él —susurro justo en su oído. Kea da un salto sorprendida y sonrío.

—No es de tu incumbencia —espeta. Miro hacia la calle ahora casi desierta y asiento.

—Tienes razón. Pero, dime. ¿Qué pensarían tus padres si supieran?

Su rostro se endurece y cualquier rastro de emoción desaparece.

—Mi mamá está muerta, idiota, así que no lo sé. Y mi papá solo vive para poder alcoholizarse, no es como si recordara que tiene una hija, y si me recuerda no es como si le importara mucho. Así que, como dije, no te metas en asuntos ajenos.

Se da la vuelta y se marcha tras decir la última palabra. Y yo me siento como basura.

Al parecer su vida tampoco es la ideal. Y odio comprenderla tan bien.

Besos que curan [ADL #2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora