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Capítulo 06 | Dan

Colocó la tarjeta sobre el sensor de la entrada del edificio, y la reja de barrotes negros emitió un sonido que indicaba el acceso. El portero, un joven moreno de diecisiete años y cabello lacio, lo saludó con un entusiasta: "¡Bienvenido a casa, Señor Amkie!" desde su cubículo correspondiente. Siempre recibía a los inquilinos de ese modo para transmitir calidez.

Danilo le agradeció casi en un susurro, aunado a un asentimiento de cabeza.

Subió las escaleras del edificio cuidando que el bote de helado no se le cayera de las manos. Después del trabajo, Danilo se desvió al local del Señor René a comprar un litro de helado de moras azules para Bruno, que era su preferido desde hacía ya bastante tiempo. El local de René estaba cerca del estudio, a unos cuantos metros de Doménica. Era un sitio muy colorido, con estampados caricaturescos de paletas, helados y otros objetos relacionados tanto dentro como fuera del sitio. Había una banca frente al mostrador para las personas que desearan degustar ahí mismo, y una diminuta campana en la entrada con la que los niños anunciaban su llegada. René era un buen tipo. Simpatizaba con los más pequeños, hablaba de cosas comunes pero interesantes y siempre estaba enterado de las últimas noticias a nivel nacional. Con Danilo mantenía conversaciones básicas, pero aún en ellas se sentía cercano, como un viejo amigo con el que no necesitas platicar detalles porque puede deducirlo todo.

Cuando llegó a su piso, colocó la llave dentro de la manija dorada de la puerta e ingresó al apartamento, como de costumbre, en silencio. Deseaba sorprender a Bruno con el helado.

Al cerrar detrás de sí, Danilo encontró a su pequeño hijo sentado sobre la silla del comedor, con un cuaderno encima de la mesa y la concentración hasta el tope. No estaba particularmente estudiando, pues por el movimiento de sus brazos y manos Danilo dedujo que en realidad dibujaba algo en ese cuaderno. Le gustaba mucho dibujar. Para su edad y el poco tiempo que le dedicaba, no lo hacía mal. Al menos daba a entender lo que quería transportar de sus ideas al papel en blanco.

En cuanto escuchó el sonido de la puerta al cerrarse, Bruno levantó la cabeza de golpe para encontrarse con su padre en la sala, sonriente. Su chaqueta de mezclilla oscura escondía algo en forma de cilindro ancho, lo cual llamó la atención de Bruno más que la propia presencia de su padre.

—Hola, campeón —Danilo saludó desde la lejanía.

—Hola, papá —Bruno replicó cambiando la hoja en un movimiento torpe, como si intentara esconder algo.

—¿Dibujando de nuevo?

El pequeño, pasmado, no supo qué responder. Se suponía que debía estar resolviendo las actividades que encargaron en la escuela para el día siguiente. Sin embargo, eran casi las 5:00 pm y parecía que ni siquiera había iniciado.

Pero el resto de la casa estaba en orden. Con tan solo cinco años, Bruno sabía mantener un espacio del tamaño del estudio en las mejores condiciones. Era el trato que hizo con Danilo cuando conversaron previo a su ingreso al nivel elemental. Antes, Dan podía llevarlo al trabajo con él. Su anterior jefe en la librería le comentó que no había ningún inconveniente al saber que estaban los dos solos. Pero los años pasaron y era necesario que Bruno comenzara su formación escolar como los otros niños. Danilo no se podía permitir aplazarlo.

Así que acordaron dividirse las tareas del hogar a fin de lograr un mejor funcionamiento. Dan cocinaba todas las noches para el día siguiente, hacía el aseo más pesado cuando llegaba a casa ―como limpiar la cocina a profundidad, lavar el baño, llevar la ropa a la lavandería, fregar y trapear los pisos, y también limpiar las ventanas―. Bruno solo se encargaba de calentar la comida en el microondas al llegar de la escuela, lavar solo los trastes que utilizara, hacer la cama antes de ir al colegio y mantener la estancia organizada.

Ocurrió en Doménica [Actualizaciones lentas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora