Capítulo 3

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Kratos salió primero del bosque; Atreus lo siguió unos pasos atrás, con un tejón muerto colgado del hombro. Se detuvieron en el afloramiento rocoso que dominaba el valle.

Hogar.

La simple palabra tenía un significado tan diferente ahora. El hogar nunca volvería a ser el mismo.

Kratos escudriñó los campos circundantes antes de avanzar por el sinuoso camino que conducía a su casa.

"Padre, mira," dijo Atreus, apuntando con su arco hacia un par de cuervos negros que graznaban en una formación arqueada. El tono del chico tomó a Kratos con la guardia baja.

"¿Qué?"

"Nunca los había visto. Madre me ordenó que le avisara si alguna vez veía cuervos sobre nuestro bosque."

"Déjalos,"

Momentos después, un formidable halcón gerifalte, de la mitad del tamaño de Atreus, con un plumaje negro moteado y una envergadura de siete pies, se elevó desde el dosel del bosque, dispersando a las aves en diferentes direcciones.

"Jöphie ha vuelto. Pensé que nos había abandonado después de..."

Atreus extendió su brazo para atraer al ave, que fácilmente consumiría todo su brazo, para sostenerla como una percha, pero el ave de rapiña ignoró su ofrecimiento y se posó en el tocón de un árbol cercano.

"Ella sólo acudía a Madre. Ella nunca vendría a mí," dijo Atreus, abandonando su intento.

Sin ofrecer más que una mirada superficial al halcón, Kratos mantuvo un ojo vigilante en la vegetación circundante mientras se dirigían al claro que se abría a la casa. Nunca antes se habían encontrado con trolls del bosque tan cerca de donde vivían. Su presencia envió un estruendo inquietante a través de las entrañas de Kratos.

"¿Por qué crees que mamá insistió en que le informara si veía cuervos? ¿Qué podrían significar? ¿Y por qué los estamos viendo ahora?"

Cuando Atreus miró hacia el cielo, los cuervos habían desaparecido.

"No tengo respuestas."

Ver su hogar dejó a Atreus vacío por dentro. La alegría que siempre había sentido en el pasado al regresar a casa ya no llenaba su corazón. Sus horas de viaje silencioso solo intensificaron el sentimiento de pérdida.

El tejón era todo lo que tenían para mostrar en su viaje de caza. Y eso fue solo porque los tejones eran criaturas abundantes, lentas y torpes que caían fácilmente a la flecha. Pero al menos comerían carne fresca esta noche.

Una vez dentro de su casa, Kratos apenas habló, dejando el cadáver a Atreus para que lo despellejara y destripara para su cena. Después, sentado en un taburete de tres patas ante el hogar, Atreus ensartó al animal antes de encajarlo en la espiga de hierro para asarlo. Las llamas le hicieron recordar la pira funeraria de su madre, donde yacía envuelta en lienzos blancos mientras las llamas ascendían por todos lados para consumirla. No había derramado lágrimas en aquel momento, su mente estaba tan sumida en el dolor que sólo pudo permanecer allí, conmocionado. Luego se estremeció de dolor al darse cuenta de que había dejado el cuchillo de caza de su madre sobre su pecho después de usarlo para cortar la tela que la envolvía. En el último segundo, había metido la mano entre las llamas para recuperar la hoja, arrojándola a un lado por el ardiente dolor que le producía en la palma.

Se le llenaron los ojos de lágrimas al pensar en la vida sin ella. Obligó a su mente a recordar el calor de su mejilla contra la suya cuando le enseñó a usar el arco que le había hecho. Sus suaves manos envolvían las suyas para asegurarse de que sujetaba la cuerda correctamente. Echaría de menos la forma en que ella le animaba con unas simples palabras.

God of War - Novelización oficial [Traducción Español Latino]Where stories live. Discover now