Capítulo 6

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Fue la mayor nevada en las montañas Taebaek en casi una década. Todas las carreteras que conducían a los puertos de montaña estaban cerradas.

Viajar con este tiempo es una forma segura de morirse. Era de sentido común bajar al pueblo en vez de quedarse en las montañas, donde el aislamiento es una forma segura de quedarse atascado. Pero aquí había un hombre religioso que desafiaba todo el sentido común.

En lo más profundo de las montañas, una iglesia se erguía sobre la nieve. Resultaba irónico que la iglesia estuviera tan alejada del pueblo que ni siquiera se construyó para integrarse en la serena naturaleza. En cuanto el padre Nicolás supo de la gran nevada, mandó a todo el mundo a bajar. El padre Nicolás,un extranjero y se quedó para vigilar la iglesia.

Estaba arrodillado rezando ante un crucifijo en la iglesia. Su cabello era dorado, estaba perfectamente peinado y vestía una vestimenta sencilla sacerdotal color negro, pero estaba lejos de parecer austero. Era sorprendentemente guapo. La luz del sol, que normalmente se filtraba a través de las vidrieras y bañaba la colorida vestidura y sus hombros, parecía muerta, era de color blanco, ya que el sol había perdido su color por la nieve. Ahora él era el único que vestía de color en un mundo gris.

Mientras el padre Nicolás cerraba los ojos y rezaba, uno de sus ojos se abrió lentamente. Movió perezosamente sus ojos verdes, hacia la puerta de la iglesia como un león hambriento. Poco después de que su mirada se posara en el umbral, en medio de una ventisca, llegó un visitante.

─Con razón olía a perro sucio.

Levantándose lentamente, el padre Nicolás se dio la vuelta y abrió la boca para hablar. El ser que había empujado la pesada puerta era un lobo negro inusualmente grande. De su largo hocico, emanaba un hálito blanco y helado que se elevaba hacia el cielo como si fuera humo. Su pelaje húmedo olía a sangre, como si acabara de comer, llevaba una bolsa en el hocico, lo cual no era una anomalía cualquiera.

─Hermano, revelar la identidad de un alienígena a un humano es una violación de la ley de la Asociación.

El padre Nicolás, sonrió, hablaba como una brisa primaveral.

Es un Esper fugitivo, ¿por qué vendría aquí cuando está nevando así?

Aunque hubiera perdido los estribos, no podía llamar a la Asociación. Menos mal que había mandado bajar al resto de los componentes de la iglesia. El padre Nicolás sacó tranquilamente un cañón de plata de su cinturón y apuntó hacia el lobo.

─Si tienes algo que decir, ponte sobre tus dos piernas y dilo.

Una enorme pata delantera entró en la iglesia, la nieve que estaba en su pelaje se derritió y se acumuló entre sus patas, dejando un rastro de huellas de lobo en la iglesia. La sangre seca del lobo se mezclaba con la nieve, y las huellas de sus patas en el suelo estaban ensangrentadas, pero la mirada del padre Nicolás no vaciló en ningún momento mientras miraba fijamente al lobo.

Chak, chak, chak. Los pasos del lobo eran moderadamente pesados. El padre Nicolás tensó el dedo sobre el gatillo. Si da cinco pasos, apretaré el gatillo. Fríamente decidido, el padre Nicolás observó los pasos del lobo.

Un paso, dos pasos... Y cuando dio el tercer paso, el sonido de sus pasos cambió. En lugar de un lobo del tamaño de un tigre, apareció un joven desnudo. Llevaba una bolsa de tela entre sus brazos. Con solo una mirada a sus inocentes ojos, el padre se dio cuenta de que no era un Esper fugitivo, aunque la forma del lobo era demasiado grande, no parecía lo bastante mayor para ser un Esper, y mucho menos un fugitivo. Era medio metro más bajo que el padre Nicolás.

No es la oveja lo que se come, es el loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora