CAPÍTULO 2

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2. ESE CIGARRILLO ES MÍO
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GIOVANNA PARKER

Me desperté por culpa de los golpes que daba mi perro con la cola a mi cama.

Era un golden retriver que había adoptado hacía ya un par de años.

Me puse de pie tras acariciarle la cabeza a Bimbo y me vestí rápidamente. Tras calmarme mis Converse, me hice una coleta alta y bajé las escaleras.

Me comí una tostada con queso y me colgué la mochila al hombro.

No me sorprendí demasiado al encontrar a mi madre durmiendo a pierna suelta en el sillón del salón. Una mano le colgaba por el borde del sofá y le quité la botella de whiskey vacía que sostenía con esta.

Salí de casa y lancé la botella al contenedor de afuera, molesta.

Me reventara que mi madre fuera así.

***

Al atar mi patineta frente al instituto, sentí un brazo rodearme los hombros mientras caminaba. Por el tamaño, deduje quien era.

—Hola, Tony—saludé

—Hola, enana—respondió el a mi lado—¿Qué tal?

—Jodida—repliqué—Como siempre

—¿Tu madre?—dedujo

—Borracha como nadie—afirmé

—Bueno, a ver si esto te anima—sacó un pequeño fajo de billetes con su mano libre—Mi hermana me lo dio para tí, se le olvidó dártelo anoche

—Gracias—agradecí, agarrándolo

—De nada, vamos a buscar a Pecas—sonrió Anthony y entramos al infier...Digo, instituto

***

Estúpido material genético.

Era mi único pensamiento mientras salíamos de biología.

—Chicos, tengo que ir a por mi libreta de física—avisé mientras caminábamos por el pasillo—Vayan, ahora voy

—De acuerdo —asintió Tony

—Te guardamos un sitio— añadió Luka y siguieron caminando

Yo me giré y caminé hasta mi taquilla para agarrar mi libreta.

Me asusté cuando la cerré y me encontré al de ojos azules apoyando su hombro en la taquilla de al lado.

—¡Mierda!—solté del susto y él rió—¿No puedes saludar como una persona normal?

—Lo siento, ¿te asusté?—preguntó burlón, con esa extraña sonrisa torcida

Tenía el pelo castaño algo más despeinado que el día de antes. Le caía por la frente, pero le quedaba bien.

Era un estilo algo más despreocupado pero le quedaba muy bien.

Vaya, vaya, corazón de hielo.

Cállate.

—Me sobresaltaste, no es lo mismo—negué, desviando mi mirada para girar la llave de la taquilla y guardarla en mi bolsillo—¿Necesitas algo?

—Eh...No—negó el castaño y me fijé en que sus ojos me recordaban a un océano, misterioso y profundo —Pasaba por aquí, te ví y se me ocurrió asustarte—comentó despreocupado y sonrió de vuelta—Lo logré

Mentes En PedazosWhere stories live. Discover now