Capítulo 1: Venganza le dijo el ganso a la gansa

En başından başla
                                    

—Mira quien lo dice, la que se enojó porque dio un culazo en el piso, y te dejo que llegaré tarde.

Me despido de ella con un beso en la mejilla y salgo corriendo de casa sin desayunar, pensando en que ya me cobraran factura las tripas al mediodía, ni siquiera un pequeño sorbo de café que crueldad es esa.

Sofocada después de correr sin para por cinco minutos gracias al incidente de hace nada al fin llego a la parada, le pregunto a la anciana que está ahí que si ya pasó y me dice que no, le agradezco a Dios infinitamente por mis adentros que no haya pasado .

Pido el ultimo y cuando llega la guagua se forma el despelote por subir, cuando logro colarme entre todas esas personas pago el pasaje y me siento en el puesto que dice impedido físico, rogando porque no suba ninguno haciéndose el cojo solo para sentarse, hubiese podido perfectamente esperar mi turno para subir pero con la hora que es no puedo esperar la próxima guagua o arriesgarme a tener que coger botella, ya que no pasan muchas guaguas debido a la falta de combustibles en el país.

Muy pocos transportes priorizan, al menos hasta ahora la guagua de por la mañana no falla y la de la tarde tampoco.

Al fin llego a mi parada, y aquí es donde empieza la verdadera acción uno se tiene que volver mago para salir limpio e ileso de las guaguas a estas horas de la mañana, tan temprano y ya siento esos olores desagradables de algunas personas, me bajo literalmente como el gallo de Morón y camino hasta el final de la cuadra donde queda la cafetería. Llego diez minutos tardes y me encuentro con Susan mi mejor amiga en la entrada.

—Al fin llegas cielo estoy súper agotada— me dice mi amiga con ojeras y cara de muerto debido al cansancio mientras me da un beso en la mejilla y un abrazo de oso como si no me hubiese visto en días o meses.

Se va quitando el delantal negro de la cafetería mientras entramos y me va contando como le fue y yo la escucho atentamente.

—Disculpa he tenido un pequeño contratiempo pero ya estoy aquí —le digo guardando mi bolso en la taquilla y colocándome mi delantal.

—Bueno ya puedes irte —le aclaro, pero cuando me doy la vuelta ya no está, mendiga loca ni siquiera se despidió.

Rápidamente me incorporo a mi turno, trabajando arduamente e implorándole al reloj que está en mi muñeca para que lleguen las siete de la noche.

Al fin tras horas agitadas de trabajar sin parar, recogiendo encargos y sirviendo lo que a la gente se le antoje como si fueran embarazadas llega la hora que más amo, la de irme de este bendito lugar, gracias a Dios mi amigo Roberto es muy puntual y sé que no tendré que esperar horas a que el llegue por el para irme, y como mismo lo estaba pensando llega en el momento indicado, cuando mis pies no dan, mas y me corre el sudor por cuantas partes hay en mi cuerpo.

—Helou Cami —me saluda Roberto en cuanto llega a la barra.
—Buenas noches, nada de Cami, mueve tu hermoso culo y ve a cambiarte que estoy que no doy más.

Él se va sin chistar, sabe que el horno no está para galleticas.

Ni siquiera le doy tiempo de hablarme en cuanto llega con su delantal puesto le paso por al lado literalmente volando, él dice que yo tengo complejos con las guaguas, pero ese es el único transporte que aparte de ser económico, me deja relativamente cerca de mi casa.

Llego a mi casa muerta de cansancio y lo primero que me recibe es un golpe en las nalgas gracias a una cascara de plátano que se habrá caído ahí accidentalmente seguro.

—CLAUDIAAA —grito, la mato.

Llega a paso lento, sabía lo que iba a pasar y la muy sinvergüenza estaba cerca, como las auras dando vueltas en el cielo cuidando su comida.

—Me puedes explicar que hacía esa cáscara en la entrada de la casa.

—Se me calló, pero seguro que a ti no te molesta ¿o sí? —dice tratando de esconder una risa.

—No que va, pero ten cuidado y a la próxima que se te caigan las cosas no se me pierda una rana en tu cuarto cariño.

Se da la vuelta dispuesta a irse pero cuando va a entrar a su cuarto me dice.

—Por cierto hoy te toca dormir con Aurora... —Okey —le corto antes de que pueda terminar y le chocó el hombro de camino a mi cuarto.

...Venganza le dijo el ganso a la gansa... la escucho decir y reír cuando le paso por al lado.

Amo a mi hermana, en serio que la adoro con mi vida, pero cuando se pone así de ostinante mejor irme porque no cargo conmigo mucha paciencia.

Cuando entró ahí está regada en mi cama tapada hasta la cabeza, mi hermoso angelito, mi chiquita hermosa.

Desde que ella se fue, mi hermana y yo hacemos todo lo posible por ver a Claudia sonreír, en ocasiones es un poco difícil pero siempre lo logramos.

Es súper raro verla tan temprano durmiendo apenas son las ocho.

—Aurora, corazón —la llamo y no responde.

—Aurora...pequeña, ya comiste.

—Tía, llegasteee —se levanta de un salto de la cama y se me engancha a la cintura con sus piececitos, mi pequeña sólo tiene seis años, pero es demasiado inteligente para su edad. Sabe contar hasta el veinte, se sabe los números en inglés hasta el diez, y le estamos enseñando el idioma Italiano para así cuando se vaya del país, no le sea difícil hablar esa lengua.

—Ya comiste hermosa —le pregunto.

—No, le dije a tia Claudia que te iba a esperar, quería que estuvieras conmigo a la hora de comer.

—Bueno vamos a comer ya, porque si sigo aquí contigo te voy a comer a ti porque tengo muchísima hambre.

Salimos directo al comedor y ahí está Claudia.

—Por favor tía nos puedes servir la comida a tía y a mí —le dice Aurora a Claudia haciéndole ojitos y uniendo sus manos como si fuese a rezar.

—Claro bebé —le responde Claudia.

Y así pasa el reto de la noche ,comimos tranquilas las tres en la mesa y nos vamos a dormir.

Mi enfermera favorita   (Borrador)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin