__ Expía tu falta, salvaje. - paso la mano por su hendidura tomando la humedad deliciosa que me hace salivar, baño mi longitud antes de ubicarme en su entrada y apuñalo su abertura con la fuerza que comprimí por horas.

Su voz se pierde al tenerme sobre ella, montando su pequeño cuerpo, saciándome de un coño que se esfuerza por darme cabida.

__ No puedo...

__ Sí puedes. - trago grueso. Tiene que poder. Mis pulmones arden de solo respirar al mismo tiempo que le encajo todas mis pulgadas entre las temblorosas paredes, las cuales se sacuden y me ahogan al bañarme el pantalón con su corrida inevitable.

Mis brazos la toman con fuerza, enterrado los dedos en sus costillas para detenerla, que no se mueva o me obligará a seguirla y no es suficiente aún.

__ Abre tus malditos ojos. - aprieto los dientes para sacar la longitud bañada de sus jugos, obedece, se tensa porque sabe lo que le espera al tenerla así. Lo que hay en la superficie donde estamos cae al suelo y presiento que también vamos a romper todo, por lo que trato de contener un poco mi fuerza.

__ No seas un mal...

El embate feroz la pone a temblar, abriendo los labios rosados que me atrevo a morder para luego volver a salir. Sostengo su garganta entre mis manos, le corto el paso del aire obteniendo el brillo inusual de sus pupilas que solo gritan perversión absoluta.

__ Dije que iba a doler y yo nunca miento. - otro empellón. Su piel se eriza viéndose mejor con ese temor de su cuerpo por ser roto. Quiero romperla a punta de orgasmos, que no olvide de quién es y lo que le harán si reta a alguien que no le teme ni a la misma muerte.

Su pelo queda en mi mano, me hundo con mayor rapidez, grita, me ahoga y repito logrando que caiga sobre sus codos dejándome ver cómo es tan fácil entrar al ampliar la unión de sus nalgas.

Está destilando lo que me quiero comer, me pone contra las cuerdas, volviéndose cegadora la oleada de extrema urgencia por correrme y llenarla de mi semen.

La miro desvanecerse sobre sus brazos, pero me pide más con cada orgasmo que le doy, la oigo aplicar, la veo tiritar y sonrió al sentirla así de afectada.

__ Tranquila. No te haré más daño. - beso su hombro sentándola sobre mi miembro. Atrapo su labio, hipa y sonríe débilmente dándome una imagen jodidamente perfecta de ella, desnuda, agitada, sudada y temblando por ceder de nuevo a su deseo.

Unas estocadas más, deshaciéndose entre mis brazos. Mi nombre rodando sobre su lengua le da un toque más exclusivo, justo como me gusta, justo como lo que quiero. Escucho una oración silenciosa de Arleth pidiendo que no la suelte, me guardo la respuesta porque no me interesa en lo más mínimo las palabras cuando puedo demostrar cómo me ponen sus súplicas.

Mis labios son separados, mis ojos reparan su rostro soltando la estocadas candentes y sin lástima, viendo cómo sus labios dejan salir un grito silencioso dándome lo que necesito para dejar que mi clímax atraviese como un torbellino mi torrente sanguíneo rápidamente. Me estremece con lo intenso que es mi orgasmo, mi visión se torna borrosa, siendo increíble que sea una chiquilla de pocos centímetros quien lo provoque.

__ Mi dulce salvaje. - acunando su rostro la atraigo para besarla con delicadeza. Un sutil beso, un suave masaje a sus labios antes de llevarla a la cama donde la dejo descansar sobre mi pecho.

La siento rodearme con efusividad en el segundo siguiente y mi corazón comienza a latir fuertemente contra mi caja torácica, irradiando algo que no quiero captar. Sé cómo termina y no deseo pensar en eso.

Cierro los ojos, con su cabello esparcido sobre mi nariz. Pensando en como llegué a este lugar si no soy de buscar a nadie. Igual no me gusta sentir remordimiento y esto sé que no lo hará.

Wildness Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora