—Oh, bueno, si es de trabajo no creo que pueda recibir a alguien.

—¿Por qué? ¿Está ocupado?

—No, en realidad me ha pedido que cancele todos los pendientes de hoy, está algo raro, distraído, ¿sabes qué le pasa?

—Creo que lo sé, ¿crees que pueda entrar? —le pregunto, ella parece confundida pero asiente.

Toco la puerta pero nadie responde, entonces la abro.

Lo primero que veo al entrar es a Izan mirando desde el ventanal la ciudad parece que ni siquiera me ha escuchado.

El encuentro con su padre seguramente fue horrible para él.

Y ese pensamiento es el que me hace actuar por impulso y abrazarlo por detrás, tomándolo por sorpresa.

Él se gira y luego me abraza con fuerza.

Nos quedamos algún tiempo así, hasta que él dejó de abrazarme y se alejó un poco.

—Perdón por eso, yo... solo...

—No necesitas disculparte, yo fui quien te abrazó y además sabía que necesitabas un abrazo.

—Ya lo sabes, ¿no? —me pregunta y toma mi mano para ir hacia los sillones que tiene en un lado de su oficina.

—Me encontré con él hoy —hago una pausa, nos sentamos en los sillones—, en la entrada de la escuela de Ada.

Izan levanta la cabeza y me mira, veo la frustración en sus ojos.

—Eso quiere decir que vio a Ada.

—Sí, además es posible que haya estado siguiéndote, ya que de otra forma no sabría nada sobre Ada, no creo que tenga dinero para mandar a invastigarnos.

—No, no lo tiene, ayer mandé a investigar lo que ha hecho los últimos años, en resumen la señora que estaba con él lo dejó a su suerte cuando descubrió que se gastaba el dinero en drogas y haciendo apuestas o jugando en casinos, hace dos semanas volvió y desde ahí se ha dedicado a seguirme.

—Entonces lo que busca es dinero —asiente.

—Lo que me preocupa es de qué es capaz para intentar conseguirlo —lo entiendo sin que diga exactamente a qué se refiere.

—¿Tú crees que trate de...? —no puedo terminar de decirlo.

—Si ya sabe o sospecha que Ada es mi hija, sí, tú sabes que intento lo mismo conmigo, si no fuera por los guardaespaldas que mi madre había contratado lo hubiera conseguido.

—Dios, ¿hay alguna forma de librarnos de él de una vez por todas?

—Sí, la hay, darle lo que quiere.

—Pero no puedes hacer eso, si lo haces solo hará que quiera más y más, lo seguirá desperdiciando, no puedes darle dinero —sé que no debe hacerlo, tememos que encontrar otra forma.

—Pero lo más importante es alejarlo de Ada, de nosotros, puedo darle el dinero que quiera mientras nos deje en paz —se levanta y empieza a caminar de un lado a otro—, no quiero que le pase nada a Ada, ni a ti, tampoco a Katia o a mi madre.

Zuri.

—Izan, ¿tu madre está en casa? —él niega con la cabeza confundido, hasta que parece que se da cuenta.

—Salió con Oliver, no creo que sea capaz de encontrarlos.

—Mejor vamos a preguntar a Katia si sabe dónde están —le digo, salgo de la oficina y él vine detrás de mí.

Izan marca en su teléfono el número de Zuri.

—No contesta.

—¿Izan? ¿Pasa algo? —Katia llega con un café en las manos—, fui unos minutos a comprarme un café, ¿sucede algo?

Seremos felices ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora