Capítulo XXXV ━ Frustraciones

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—¿Cómo me encontraste?

—Los seguí. Te lo dije: invisible para los demás —le recordó—. ¿Qué hay en la bolsa?

Antes de que pudiera responder, los gruñidos de un caminante los interrumpió. Daryl estaba a punto de girarse de nuevo para tomar la ballesta en su bolsa, pero lo sorprendió ver que Jess ya tenía el arma en sus manos y lanzó una flecha que perforó el cráneo del caminante.

—Lo siento, fue una ocasión de emergencia —le entregó su arma para continuar revisando la bolsa—. ¿Insulina? —preguntó extrañada—. La niña que se desmayó, ¿es diabética? —miró a su compañero. No hubo respuesta.

No eran ese tipo de gente. Tres personas débiles, y de la cual una de ellas era diabética, no podían ser mucha cosa para ellos. A pesar de eso debían prepararse para no cometer ningún error.

Volvieron para devolverles el botiquín, protegiéndose mutuamente. Daryl obligó al muchacho a que bajara su arma y Jess los obligó a entregarla, esta la tomó antes de que su compañero les entregara la bolsa.

Ya hecho el intercambio, ambos compañeros se dieron la vuelta hasta que escucharon los ruidos de unos autos acercándose; se escondieron detrás de un gran árbol y trataron de no hacer ruido. Con su espalda pegada al árbol, y Daryl muy cerca suyo, Jessica podía apenas respirar y escuchar lo que sucedía al mismo tiempo.

En un momento, ella levantó su pistola de forma lenta, provocando que Daryl la tomara de esa mano, advirtiéndole con la mirada que no valía la pena gastar balas. En cambio, decidió ayudar a los chicos que huían de esas personas con camiones y escapar juntos.

Escondidos detrás de un montón de ramas, Daryl presionó a Jess para que le devolviera el arma al muchacho. Ella cedió después de una intensa discusión silenciosa.

—Oye —llamó ella en un susurro—. Ten. Y no me hagas arrepentirme —amenazó. Volvió su vista a los tipos que los acechaban.

Con un ruido provocado a propósito por Dixon, uno de ellos se acercó para posteriormente ser mordido por un caminante atrapado entre las rocas. Otro miembro del mismo grupo hizo que le cortaran el brazo antes de que sea demasiado tarde y se retiraron lejos de donde el equipo estaba.

—¿Quiénes son ellos? —cuestionó Daryl al chico.

—No quieres saberlo —respondió—. Creímos que eran uno de ellos. ¿Por qué regresaron por nosotros?

Ella dirigió su mirada hacia su amigo, quien pensaba una respuesta inteligente ante esa pregunta.

—No interesa ahora —respondió ella en su lugar—. Vamos, hay que alejarnos de aquí.






En el transcurso de la caminata, el tipo al mando del trío contó de qué se trataba esa comunidad y cómo pasaron de ser un santuario para salvar personas a un total infierno para las que ya vivían allí.

Por un momento, perdieron a la jovencita llamada Tina, quien corrió hacia una especie de cabaña en llamas y se quedó allí junto a dos cadáveres. En cuestión de segundos, aquellos cadáveres se convirtieron en caminantes, quienes asustaron a Tina y cayó encima de ellas. Las mordidas en su cuello no le permitieron seguir viviendo.

Mientras Daryl y aquel tipo cavaban una tumba para chica sin vida, Jess se quedó junto a la hermana de ella.

—Lamento tu pérdida —dijo suave—. Yo también tengo una hermana; se llama Marion. Dios sabe que daría hasta la vida con tal de verla a salvo.

BLOODY DANGER¹ | Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora