—Jess, ¿de qué hablas? —interrumpió Katie—. Kenny nos hacía reír a todos en la clase, ¿no lo recuerdas?

—Sí, lo recuerdo, pero supongo que... ya no —sonrió condescendiente—. Además, ¿"la clase"?; están todos muertos, Katie.

Ambos compañeros estaban impactados por la forma de pensar de la muchacha, estaban sorprendidos por la frialdad en sus palabras, y el hecho era que ella estaba algo estresada y un poco enojada, pero también se sentía sorprendida de decir eso. Sin embargo, juraba que si volvía a oír otro de esos horribles chistes contados por Kenny, se suicidaría ahora mismo.

—¿Eso pensaste de nosotros cuando no nos encontraste? —Ella no dijo nada, otorgándole ya la respuesta—. ¿Qué clase de persona eres? Yo tenía esperanzas de encontrarte.

—¿Intentaste buscarme, Kenny? ¿O te quedaste en tu sofá caro, aplastando el culo y descansando para siempre? —atacó—. Chicos, sé que ustedes no me buscaron al igual que yo no los busqué. Somos personas grandes, afrontemos esto y continuemos con la vida, ¿quieren? —sonrió y se retiró.

No quería ser tan cruel, pero llegaron a un momento de estupidez en el que ya se sentía cansada de oírlos. Eran iguales que la última vez que los vió; bobos de mente y jóvenes de físico. A veces podría jurar que se sentía como una vieja hablándole a dos adolescentes.






Cuando la noche llegó, ella no entró a la casa; se quedó en el pórtico buscando alguna relación neurológica para lo que estuviera pasándole o lo que le estuviera pasando a sus amigos. Jess sabía que no era normal, pero tampoco era algo malo. Solo es madurez.

—¿Qué haces aquí afuera? —preguntó Rick cuando salió y la vio sentada en el suelo, apoyando su espalda en la barandilla del pórtico, mirando hacia la calle.

Jess levantó sus hombros, dando una respuesta no muy clara a la pregunta.

—Pienso, supongo —expresó con palabras—. ¿Tienes un cigarrillo? —lo miró.

—Tú no fumas.

—Y tú no afeitabas tu barba —retrucó, Rick rió—. Lo siento, estoy muy estresada. Te queda muy bien el afeitado.

Rick planeaba dar una vuelta por ahí, pero se quedó escuchando los pesares de una mujer a medianoche.

—¿A veces no te sientes... viejo? Cuando alguien habla de cosas que no entiendes, ¿son ellos los estúpidos o tú el anciano? —dijo de forma retórica—. Katie y Kenny hablaban de algunas cosas, hacían chistes y todo, pero... esa chispa que antes nos unía a los tres se acabó, o al menos a mí —rió—. ¿He madurado contra mi voluntad, Rick?

—Jessica... —Se arrodilló ante ella mientras apoyaba una mano en su rodilla derecha—. Tienes alrededor de 30 años; tú nivel de madurez conforme a tu edad es perfecto. Ellos son los que se estancaron —explicó con tranquilidad—. Algunas personas... no están preparadas para este mundo, así que deciden revivir los momentos felices que antes tenían, y se quedan en esa época en donde todo era mejor.

Rick, una vez más, le dijo que no tenía por qué preocuparse. Ahora más que nunca, Jess buscaba de su sabiduría; después de tanto tiempo valiéndose por sí misma en la ruta y los bosques, ella necesitaba de la ayuda de Grimes en una comunidad desconocida a ojos de todos.

Una vez más, se había dormido sin recordar cómo o cuándo y esta vez en el pórtico de la casa, pero se asustó aún más cuando notó que Daryl se encontraba delante de ella, aún con su ballesta en mano, arreglando lo que sea que fuera.

BLOODY DANGER¹ | Daryl DixonМесто, где живут истории. Откройте их для себя