Capítulo XXIII ━ A cualquier precio

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Como pudo, y después de que Abraham terminara su brindis, se paró para alzar su copa y carraspear para llamar la atención de todos.

—Yo quiero hacer un brindis también —dijo con voz relajada—. Aparte de los sobrevivientes que están aquí, también quiero reconocer a los que estuvieron con nosotros antes. —Trató con todas sus ganas de que su voz no se rompiera—. Lori, T-Dog, Hershel, Beth, Robert, Marion, Lizzie, Mica... Merle —susurró despacio para Daryl. No supo si él la escuchó o no, pero continuó—: El caso es que estas personas arriesgaron sus vidas en algún punto de las nuestras durante el cambio, ya sea combatiendo caminantes o sobreviviendo por días y días sin un hogar. —Suspiró—. Así que quiero brindar. Por ellos.

Abraham habló sobre ir a Washington y las oportunidades que conllevaba ir junto a su grupo allí luego de aquel emotivo discurso. Rick, quien era el líder del grupo, decidió que no estaría tan mal acompañar a salvar a la humanidad mientras se mantenían a salvo entre todos. Jess no estaba de acuerdo por razones personales, pero no dijo ni una palabra; en su lugar, salió afuera a tomar un respiro.

Marion y Beth aún seguían allí afuera, tal vez a unos kilómetros de distancia que no conocen. Ellas podrían estar en busca de su familia y amigos, tal y como ellos deberían estar haciendo ahora mismo.

—¿Qué haces aquí afuera? —oyó la voz rasposa de Daryl.

—Pienso. Ahora que tenemos la tranquilidad que se necesita para ello —sonrió. A Daryl no le hizo mucha gracia.

Estaba a punto de confesarle en lo que estaba pensando en ese momento, pero simplemente no sintió que fuera necesario, ya que de alguna forma sobrenatural ellos se entendían sin necesidad de hablar.

Él tocó su hombro y se fue hacia los bosques sin decir nada y sin ser cuestionado. Por primera vez, Jess no preguntaba ni quería saber nada de lo que Daryl hiciera. De todos modos, creía que era en vano, ya que Daryl no era el tipo de persona que busca afecto o preocupación.

Y si así fuera el caso, ella no estaba bien en ese momento para otorgárselo.

Minutos después de meditar y ordenar sus pensamientos, entró a la iglesia para pasar tiempo con sus amigos. Con su vaso de agua, porque el alcohol ya le había hecho efecto, y unas porciones que quedaron en los platos, compartía cosas con Tyreese y Glenn, personas con las que no había interactuado demasiado.

Y en ese momento, lo sintió.

Sintió lo que se debe sentir cuando tienes una familia. Sintió lo que significa el estar en un lugar confortable con gente que se preocupa por ella. Sintió lo que se siente el amor fraternal. Sintió, por primera vez en su vida, cariño y tranquilidad.

Más tarde, al ver que Bob no regresaba de tomar aire, Sasha, Rick y Tyreese salieron en su búsqueda. Este último le cedió el cargo de Jud a Jess hasta que volviera. Extrañaba tener a la bebé en sus brazos y recordaba hace días haber tenido la fuerza suficiente para golpear a aquel hombre que estaba amenazando con matarla.

Su sola presencia mejoraba el ánimo de Jess, y ahora que sabía, o al menos que tenía la teoría de que era su sobrina, no quería despegarse nunca más de ella. Juró, desde ese mismo momento, que protegería a esa niña como si fuera su hija, y que sería capaz de morir por ella.

Cuando el grupo volvió, Sasha estaba descontrolada y le gritaba a Gabriel. Hablaba tan fuerte que Jessica tuvo que taparle los oídos a la niña para que no se despertara. Rick tuvo que intervenir para obtener una respuesta, que era necesaria en un momento de duda como ese.

Ante una inscripción fuera de la iglesia, Rick le obligó al hombre que revelara sus más oscuros pecados como respuesta. Todos tuvieron que escuchar cómo dejó que todos sus feligreses murieran con tal de no abrir la puerta de la iglesia, y cómo las últimas palabras de estos fue la frase "Arderás en el infierno" tallada en una de las tablas de la iglesia. Algo fuerte, si hablamos de gente religiosa.

BLOODY DANGER¹ | Daryl DixonWhere stories live. Discover now