Capítulo XII ━ Vivir

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Mientras Maggie y Glenn decían que se quedarían a proteger la prisión, Jess y Daryl se subían a la moto del último. Habría ido detrás de la camioneta, pero Rick prefirió tenerla donde pudiera verla, por si alguien atacaba de imprevisto. Era incómodo por el modelo del vehículo tan característico de Daryl; normalmente esa moto era solo para una persona.

—¿Cuándo me enseñarás a manejar esta cosa? —bromeó cuando Dixon se sentó.

—Sigue soñando, linda. —Arrancó el motor y ella sonrió.

A mitad de camino, encontraron las camionetas y autos de los que habían estado hace unos minutos en la prisión; la cosa era que todos estaban muertos y convertidos en caminantes. En cuanto Daryl bajó, Jess sacó su cuchillo para despejar el área.

Un gran sonido proveniente de uno de los camiones espantó al grupo. Antes de ver de quién se trataba, habían sacado sus armas apuntando hacia la persona. Descubrieron que era una muchacha, pero no estaban seguros de decir que era seguro ayudarla, por lo que Jess la tomó de las manos al salir del camión.

Por lo menos había aportado información: ella les contó que Andrea había saltado el muro de Woodbury para verlos, pero como sabían, Andrea nunca había llegado a la prisión.






Mucho más adelante, cuando estaba anocheciendo, habían llegado al destino, pero los que resguardaban el portón comenzaron a disparar hasta que la chica que encontraron dentro del camión, llamada Karen, les habló para detenerlos. En cuanto abrieron la puerta para dejarlos pasar, Rick les dijo lo que Karen les contó y entraron a verificar si aquel hombre y Andrea se encontraban allí.

Al parecer, la última vez que vinieron a este lugar habían encontrado a Maggie y Glenn en una habitación secreta, oculta del pueblo. Se sorprendió cuando encontraron a Andrea, y se horrorizó cuando notaron que había sido mordida por un caminante.

Exclamó un lamento en cuanto la vio. Hacía unos días trataba de arreglar el lío que aquel hombre había dejado y ahora se encontraba cubierta de sangre y con una temperatura tan alta de la cual era imposible que sobreviviera.

No conocía del todo a Andrea, pero estaba segura que era una mujer dispuesta a sacrificar su vida por la de los demás, y fue lo que sucedió. Michonne se veía muy mal ante esto; eran amigas antes de caer en manos del Gobernador.

Andrea insistió en ser ella misma quien termine con esa tortura. Rick le cedió el arma y Michonne la acompañó. Los demás esperaron hasta que el sonido de la bala disparada sonó.

Decidieron traerse a todas las personas que aún habitaban Woodbury, ellas no tenían la culpa de lo que su líder había hecho, y eso ya lo sabían desde que encontraron a Karen. Mientras iban de camino a la prisión, a Jess se le escapó un sollozo lo suficientemente fuerte como para que Daryl lo escuchara.

—¿Qué sucede? —cuestionó él, sin despegar la vista de la carretera.

—Estaba pensando en Andrea —habló con voz entrecortada. Suspiró—. ¿Crees que... aún queda razón para vivir en este mundo? —preguntó seria—. Ni siquiera las personas se pueden mantener unidas.

Daryl no respondió, y por ende, ella no siguió insistiendo. Prefería pensar en silencio todo el camino; ahora lo comprendía.

Al llegar a su hogar y estacionar, ella bajó de su moto.

—No —contestó finalmente él—, pero supongo que no nos queda de otra.

Jessica asintió, tomó el hombro de su compañero y le sonrió.

BLOODY DANGER¹ | Daryl DixonWhere stories live. Discover now