Capítulo VIII ━ Madre

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—¿Qué le dijiste? —indagó la pequeña.

Hubo un silencio antes de la respuesta.

—"Preferiría que estuviera muerta". —Los ojos de Beth se abrieron—. Suena mal, lo sé, pero siempre que veía a esos niños decirme que tenía suerte porque tenía madre, me apuñalaba en el corazón. Toda mi infancia crecí con una mujer a la que nunca le agradé y nunca supe por qué, hasta ahora —hizo alusión a lo que Shane le contó. Tomó aire antes de continuar—. En experiencia personal, siempre dije que prefería recordar amorosamente a mi madre fallecida que tener una que no te ama y te lo demuestre cada día de su vida.

La cárcel nunca había estado tan calmada hasta ahora; los demás se encontraban haciendo sus tareas y el único sonido que se oía eran las quejas de los caminantes a kilómetros de ellas.

—Míralo de esta forma: tiempos difíciles crean personas fuertes —comentó mirándola con una sonrisa—. No justifico a tu madre, pero aquel trato que tuvo contigo te obligó a ser una luchadora.

Nunca había pensado en eso, y cuando lo oyó salir de los labios de la más pequeña, le sorprendió la sabiduría que una muchacha tan joven podía tener en su mente y corazón. Confiaba tan plenamente en Beth que estaría dispuesta a contarle todas y cada una de sus preocupaciones para escuchar sus sabias respuestas.






Carl había regresado de los pabellones desconocidos y se ofreció a cargar a la bebé. Mientras las muchachas estaban haciendo la comida para el almuerzo, Rick vino nuevamente y esta vez alzó a la bebé. Estaba feliz al verla, lo que alegró los corazones de todos en la sala.

Quería dar un paseo y tomar un respiro, así que todos lo acompañaron hasta el patio. Sin embargo, vio algo tan misterioso del otro lado de la reja que todos divisaron y le encargó la niña a Jess para cerciorarse de que aquella persona no trajera más problemas de los que ya tenían.

—¿Qué sucede? —cuestionó Carl una vez que su padre se alejaba.

—No lo sé —respondió Jess—. Creo que vio algo.

—Jess, será mejor que lleves a la niña adentro —sugirió el anciano.

—¿Por qué?

—Creo que tenemos una invitada.

Jessica ni siquiera titubeó, caminó lo más rápido que podía hasta el pabellón. Luego del ataque del otro día, no se arriesgaría; la bebé no podía estar en peligro. Ella no.

Antes de subir a la celda, divisó a Daryl venir del pasillo en el que Rick se perdió con una persona en brazos, y al acercarse reconoció que era Carol. Se emocionó tanto cuando la vio que ni siquiera se dio cuenta que había pisado el pie de Daryl para abrazarla. Carol lo vio y rio a pesar de las lágrimas.

Y cuando notó a la bebé, Carol se sintió mejor de lo que se veía.

—¡Es muy hermosa! —mencionó enternecida—. ¿Y Lori? —Una mirada bastó para responder. Cuando Jess negó, Carol lo comprendió—. Oh, Dios...

—Hubo complicaciones en el embarazo. Hemos tratado de sobrellevar la situación para que sobreviva. —Hizo una pausa melancólica—. ¿Quieres... cargarla? —Ya estaba sollozando y necesitaba respirar para no romperse frente a ellos.

Mientras Carol la cargaba, Jessica trató de relajarse para no romper a llorar. Daryl solo la miró y ayudó a Carol, dado a que tenía pocas defensas como para alzar a la niña. Cuando Rick y los demás llegaron, Carol lamentó la muerte de Lori y el ambiente se puso mucho más sensible de lo que estaba.

BLOODY DANGER¹ | Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora