Capítulo III ━ Decidir

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—¿Estás pensando en lo que dices? ¡Dices que su única salida es matarlo, por Dios!

—¡Yo tampoco estoy de acuerdo con el asesinato, Dale! Pero tengo miedo de la probabilidad de sufrir y ver sufrir a mis amigos. —A estas alturas, los ojos le lagrimeaban—. De todas formas, no quiero ser partícipe de esto, así que mi voto no cuenta.

Esa era la postura que había tomado, pero la decisión de votar se lo dejaba a los demás. No quería ser parte de un acto tan inhumano como ese. Dale tenía un poco de razón en sus razones para protegerlo, pero no estaban para proteger a alguien que perteneció a un grupo con  características tales.

Se cruzó a Shane, pero no se habían saludado. Era como si dos extraños estuvieran recorriendo la misma ruta. Jessica no sentía nada cuando él estaba cerca sólo por el hecho de que él no le prestaba atención. Decidió que una caminata por la granja sería mejor que estar quieta pensando en cualquier cosa.






—Jess, ven aquí —llamó Rick cuando se cruzaron.

—¿Sucedió algo? —se alertó al ver que venía trayendo a Carl del brazo.

—¿Podrías cuidar a Carl? Está... castigado por contestarle a Carol.

—¿Ella está bien? —se preocupó.

—Lori habla con ella. ¿Podrías?

—No te preocupes, yo me haré cargo de él.

Nunca había tenido contacto con Carl antes. Apenas conocía a Lori por Rick, y Carl nunca se presentó ante ella como para hablar. Por suerte, con la confianza que Jessica brinda a todo el que hablaba con ella, no fue difícil encontrar un tema de conversación con el que mantenerse entretenidos.

—Debo disculparme con Carol por lo que le dije —reveló inesperadamente el niño.

—¿Qué le dijiste?

—Que creer en el Cielo es estúpido. —Jess abrió sus ojos—. Pero, ¡es la verdad!

—Es subjetivo, Carl, pero no puedes decirle eso a una persona que perdió a alguien importante para ella hace unos días —dijo con cierto mando en su voz—. El creer que te encontrarás con tus familiares fallecidos en el cielo es algo que... hace que las personas tengan esperanzas. Para ti puede sonar estúpido, pero es reconfortante para algunas personas, ¿comprendes?

—¿Para ti lo es? —preguntó inocentemente.

Jess no respondió. Si bien había perdido a su padre y todas las personas que alguna vez la rodeaban estaban, en ese momento, desaparecidas, nunca se tomó el tiempo de pensar en Dios o el Cielo. Solo creía que morían y sus almas se irían.

Cuando intentaba cambiar de tema, la voz de Carl mencionando que estaban donde Daryl acampaba, la sorprendió. Lucía emocionado, y ella solo temía en cómo Daryl reaccionaría si la veía ahí.

—Daryl vive aquí ahora —dijo Carl, como si Jess no lo supiera.

—Sí, supongo que se nota. —Tocó una ardilla muerta colgada de una soga. Carl tomó el volante de la moto para jugar—. No toques nada, cariño. No quiero tener problemas con él.

—¿Qué hacen aquí? —oyeron la voz de Daryl en cuanto llegó.

Por un momento, Carl se asustó y corrió a donde Jess, pero ella estaba igual, incluso más asustada que el niño.

—Estábamos caminando. No tomamos nada, lo juro —habló como pudo.

Pensó que se enojaría pero, en su lugar, los ignoró y se sentó de espaldas a ellos para continuar con sus cosas. Estaba tan acostumbrada al trato de Shane que nunca hubiera pensado que tomaría esa actitud, y mucho menos con ella.

BLOODY DANGER¹ | Daryl DixonWhere stories live. Discover now