¡Ha nacido una estrella!

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Descargo: No me pertenece nada. Varda y los Valar fueron idea de Tolkien, y sobre la temática... bueno tampoco me pertenece, no es como si hubiera tenido alguna vez una enana blanca de mascota. La labor de investigación ha sido básicamente releyendo el blog de Eltamiz (.es) —blog científico muy muy recomendable para gente curiosa— así que mil gracias a Pedro por un trabajo tan brillante y tan bien explicado como para que la menda lo entienda (lo que no me creo yo es que me lea —¡a mí! XD— pero lo que es de ley, es de ley).

N/A: Parafraseando al profesor (al de física, no a Tolkien XD), si eres amante de la astrofísica puede que te dé dolor de cabeza. Avisado quedas. Conste que no tiene mucho tecnicismo, o eso he intentado al menos... así que espero que os guste este intento pseudoeducativo de mi visión de la valië del espacio exterior. Si me veo con ganas probablemente lo continúe. ¡Quién sabe si descifraremos la naturaleza de la luz de Elbereth con un toque de humor!

Este relato participó en el reto 8#Valaquenta Imperecedera, del místico y ascético foro El Poney Pisador.

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¡Ha nacido una estrella!


Al principio de todo sólo había sombras, oscuridad.

Pero el brillo de Ilúvatar aún resplandecía en ella, la más pura salida de su pensamiento.

Y como era clara y translúcida como el cristal, fue encargada

de traer a Ëa la luz divina durante la canción,

como recuerdo permanente de la bondad y la gracia del creador.


Muy poético todo. Lástima que la realidad no fuera tan limpia, de tan perfecta rima. Varda Elantári, Tintallë, Elbereth Glithoniel. Demasiados nombres para una sola valië, y todos ellos con el mismo significado. Estaba bien claro: los primeros nacidos no tienen imaginación ninguna.

Porque ella era reina, señora de los Ainur bajados a Ëa... pero, ¡qué más daba eso! Ni siquiera se la conocía por ser esposa del gran vala Manwë. Para toda Arda, en especial para los elfos que la veneraban con tanto fervor, era la cerillera oficial del cuento; el pedernal de Eru Ilúvatar.

Por eso la historia de Varda no puede contarse si no se habla de lo que lleva haciendo media vida: cuidar del jardín de Ëa, que diría la mística reina de la tierra y señora de la vida. Y en el fondo sabe que no puede quejarse de ocupación. Sí, es un trabajo solitario, desagradecido y mal pagado pero al menos los habitantes de toda Arda se maravillan al mirar al cielo.

Unos más y otros menos, es cierto, pero al menos su trabajo es algo reconocido. La creación estrella de Yavanna—los pastores de árboles, híbridos entre olvar y kevlar—llevan pasando desapercibidos tanto tiempo que ya son casi mitos. ¡Con lo que la costó combinar sus genomas! ¡Ella misma explotaría como una supernova si un Istar le viniera con que sus estrellas de neutrones son cuentos de viejas! Y los maiar incluso hacen chistes sobre ellos... pobrecilla Kementári, ¡lo que tiene que aguantar! Igual no nos desviemos más del tema, que venía siendo la fatigosa vida y milagros de nuestro candil personal.

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⏰ Última actualización: Jul 18, 2016 ⏰

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