Un nuevo atardecer.

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Han pasado unos días desde mi primeras quimioterapias, más que ayudarme han empeorado como me estado sintiendo, pero hago todos mis esfuerzos para que ellos no lo sepan, por suerte aún soy muy independiente, estoy asimilando que pronto voya morir y que es algo inevitable, no puedo hacer nada para arreglar, Gunho se ha mudado a mi casa, él dice que es por unos días, pero hace de todo para no despegarse de mi, pidio que lo trasladaran acá por un tiempo. Mingi si acaso va al trabajo, lo está pasando fatal, llorar mientras se baña o cuando piensa que yo ya estoy dormido para que no lo escuche me parte él alma escuchar como se culpa, diciendo que me tenía que obligar ir al doctor desde antes.
Mis padres me llaman en todo momento, son mis alarmas para los medicamento, mi madre no duerme y mi padre prefiere no hablar de lo relacionado a mi enfermedad se están haciendo los fuertes para que yo sufra más de la cuenta, pero de verdad me duele que no puedan sacar sus emociones por mi culpa.
Estoy en la sala viendo la televisión tratando de comer una de las sopas asquerosas que me ha preparado Yeo que dicen que son buenas porque tienen muchas proteínas y minerales, como si de algo me van ha ayudar, pero las como porque son la manera en que mantienen las esperanzas.
He estado pensando en algunas cosas que quiero hacer antes de morir, pero no tengo idea de como hacerlas sin que mis seres querido se sientan mal, por ejemplo, quiero tomarme una sesión de fotos antes de estar muy mal físicamente para que tengan un foto decente para mi funeral o como celebrar mi compromiso con Mingi, pero no quiero presionarlo, fue mi primer amor de verdad y al parecer ahora será el último, es demasiado curioso pensar en ello.

La semana pasaba con mucha normalidad, por suerte faltaba unos días para otra ronda de quimioterapia, caminaba junto a Mingi por un pequeño parque que nos gustaba visitar cada vez que teníamos libres, ya no era el mismo ritmo, me cansaba muy rápido, pero Mingi sujetaba mi brazo y me ayudaba a avanzar. -Te ves realmente hermoso, no puedo creer que de todos me escogiste como el amor de tu vida- dice poniendo su mano en mi mejilla.
-¿Estás bromeando? Aunque tienes razón, no sé en que pensaba cuando me fije en el todas mías de la universidad- le conteste y lo bese. -Mingi, tengo que decirte algo dije bajando la mirada.
-Callate, es mi turno. Mi vida tuvo un giro de 180 grados cuando el chicos más torpe de la clase, tropezó y cayó justo a mis pies, jamás pensaría que sería la persona que querría para toda mi vida, aunque nuestro destino no es lo que deseamo, pero nos tenemos el uno al otro en nuestro presente que es lo que importa ahora. Yunho, no me imagino a nadie más en mi vida que pueda hacerme sentir como tu lo haces y quiero ser el amor de tu vida porque tu eres el mio y te pido perdón por cada discusión que hemos tenido, hasta por la más tonta- sus lágrimas empezaron a salir al igual que las mías, últimamente, somos una máquina automática para llorar. -Quiero ser quien esté a tu lado en cada momento de tu vida sin importar que pase, por favor, de verdad por favor, di que sí. -se arrodilló y sacó una pequeña caja de su bolsillo, no puedo evitarlo, me sorprendo, no pensé que lo haría. -¿Te casarías conmigo?- Entre lágrimas, me levanto para besarlo y abrazarlo, -¿Eso es un sí?
-Aún te queda duda- digo sacando una caja similar de mi bolsillo, lo que hace que ambos nos riamos, ni uno ni el otro jamás pensó que se le ocurriría la misma idea. -Arruinaste mi propuesta, yo te lo quería pedir a ti- le digo, mientras me coloca el anillo en mi dedo anular.
-Igual puedes ponerme el anillo-, lo sacó de la caja y se lo colocó en su dedo de la mano izquierda para luego terminar sentados en la misma banca, con mi cabeza sobre su pecho.

Un viaje a las estrellasWhere stories live. Discover now