El garche

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Mori y Fukuzawa por fin habían llegado a la casa de Francis, después de casi una hora de estar dando vueltas porque Mori no confiaba en Google Maps. Fueron recibidos por el chabón que parecía ser el mayor domo, una vez entraron a la casa los recibió Francis que estaba vestido con una bata rosa y tenía una copa de vino en la mano derecha.

—Que bueno que vinieron, ya había pensado que no iban a venir un carajo—Dijo Francis con una sonrisa en su rostro.

—Vinimos tarde porque ALGUIEN no quería confiar en Google Maps—Dijo el amantes de los gatos mirando mal a el pelinegro.

—¿Quién habrá sido?—Se preguntó Mori mirando hacia otro lado.

—Bueno, no perdamos tiempo y vamos a empezar—Dijo para darse vuelta e ir camino hacía su habitación, Mori y Fukuzawa lo siguieron.

Una vez ahí Mori se empezó a sacar el traje de Dracula que tenía revelando lencería femenina color rosa y celeste pastel que resaltaba el bulto que tenía en la entrepierna. Fukuzawa no parecía ni un poco sorprendido al de contrario Francis que tenía la boca ligeramente abierta y su amiguito levantado.

—Ay, tuviste una erección, que lindo—Dijo Mori conteniendo la risa al llevarse la mano a los labios. Estas palabras hicieron que la cara de Fitzgerald se pusiera colorada.

De un momento a otro Mori y Fukuzawa se empezaron a besar en la cama mientras Francis los miraba haciendo que lo que tenía dentro de los pantalones doliera. El beso era una constante pelea por ver quien tenía el mando, ambos querían dominar, sin embargo finalmente Mori fue el ganador. En un momento el pelinegro separó sus labios y empezó a dejar besos por todo el cuerpo de Fukuzawa que solo podía gemir y jadear ante el tacto, se detuvo y lo miró con lujuria antes de hablar.

—¿Ya queres que te entube la garlopa?—Preguntó en su oído con una sonrisa casi sádica en sus labios.

—No tenes que preguntar imbécil—Le respondió secamente el peliblanco.

—Respóndeme o no te la meto.

—Ugh, entúbame la garlopa Ogai

Mori se posicionó entre las piernas del otro hombre y después de correr un poco su lencería para sacar su pene se puso un condón y lubricante y lo metió lentamente dentro de la vulva de Fukuzawa sacando un gemido a ambos.

El mafioso pelinegro embestía con fuerza el interior de el peliblanco mientras le daba un beso francés, su lengua dominaba la de Fukuzawa con deleite.

—¿Te gusta?, puta—Preguntó el pelinegro sorprendiendo a él rubio, no esperaba que les gustará el dirty talk. El peliblanco gimió al escuchar ese apodo pero no respondió—Respóndeme—Le ordenó cambiando por completo su expresión y tono a uno serio y le dio un pellizco a su muslo.

—¡ah! M-me gusta—Dijo el hombre de ojos celestes mordiendo sus labios para contener sus gemidos.

—Quiero escuchar tus gemidos, zorra

—¿Saben? El dirty talk siempre me dio cringe—Interrumpió Francis, arruinando el ambiente.

—¡CERRA EL ORTO, FRANCIS!—Gritaron Yukichi y Ogai a la par.

—Bueno, perdón, perdón.

Las embestidas y los gemidos de Fukuzawa eran todo lo que se escuchaba en la habitación, Francis se mordía la lengua para no soltar un comentario que molestaría a la pareja. Después de un rato comenzaba aburrirse un poco de solo mirar y Mori noto esto.

—Ya te va a tocar a vos, espera un ratito—Le dijo con una sonrisa mientras seguía embistiendo el interior de su pareja. Cuando ambos llegaron al clímax se separaron con cansancio

—ya te toca chiquito, veni ¿Queres que te la chupe?—Le preguntó Mori. Francis asintió varias veces emocionado y fue donde el pelinegro.

Francis ahora mismo se sentía en el cielo con Mori haciéndole el mejor pete de su vida, comprobando que era verdad que Mori era una puta petera. El pelinegro se alejó un poco para darle unas cuantas lamidas y luego se lo llevo a la boca para chuparlo por completo, como si tratara de una paleta.

En algún momento se separaron y Mori habló.

—Creo que lo dejamos medio solito a Yuki ¿Queres chuparle la concha y yo te la meto?.

Francis respondió con un “si” y se puso entre las piernas de Fukuzawa y comenzó a arrastrar su lengua arriba y abajo, sus labios internos y chupando su clítoris lo suficiente como para hacer que Fukuzawa salte.

—¡Francis! ¡Seguí!—Gimió Fukuzawa dando constantes saltos por la sensación en su clítoris.

En un momento Francis se detuvo al sentir un dedo de Mori dentro suyo, gimió y agarro con fuerza la sabana de la cama.

—¡No pares! Te necesito…—La hermosa voz de Yukichi cuando gemía fue suficiente para que volviera a enterrar su lengua en el interior de su vulva.

Mori movía su dedo con delicadeza en el interior de Francis y cuando sintió que el menor se acostumbraba a la situación metió un dedo más y movió los dos en círculos y simulando embestidas.

—D-dale, metela de una vez…—Le pidió el rubio apartándose por un rato de la vagina de el peliblanco que empezó a quejarse por la ausencia de la lengua de Francis en su cajeta.

Mori obedeció y comenzó a adentrar su miembro en el interior de Fitzgerald, gimiendo en el proceso, se sentía realmente bien dentro suyo, estrecho y húmedo.

Francis gimió dentro de la vulva de su amante al sentir el miembro de Mori dentro suyo, sentía que tocaba el cielo al estar cogiéndose a los dos hombres por los que llevaba babeando por meses.

—¿T-te gusta, Francis? ¿Te gusta tener mi pija dentro de vos?—Preguntaba Mori con un tono demasiado inocente para las cosa que decía

—¡Si, me encanta!—Gimió separando su boca de la cajeta de Fukuzawa—Seguí, mas fuerte ¡Ah!

Mori sintió que se podía correr en ese mismo momento al escuchar esa voz. Comenzó a golpear con más fuerza el trasero de Francis, una y otra vez, tocando su próstata, haciendo gemir al rubio.

Fukuzawa tomo los cabellos rubios de Fitzgerald con fuerza para acercarlo más a su concha, se estaba acercando su orgasmo y Francis lo noto. Finalmente llego al clímax junto a Mori, manchando la cara de Francis en el proceso, poco después llego el rubio.

Los tres se tiraron a la cama cansados de tanto esfuerzo, porque hay que recordar que ya son hombres mayores. Mori parecía que se iba a morir, Fitzgerald estaba un poco agitado y Fukuzawa estaba lo más tranca viendo videos de gatitos.

—E-eso fue mucho, me estoy muriendo—Dijo Mori al borde del paro cardíaco, Francis parecía preocupado y Fukuzawa seguía con lo suyo.

—Bien por vos—Dijo el peliblanco mientras seguía mirando su teléfono—Yo todavía tengo energía para más—Dijo esta vez con un tono sugestivo y juguetón con una sonrisa es su rostro, poniéndole a Francis la piel de gallina.

—Ni en pedo, andate a cagar conchudo—Le contestó Mori enseñándole su dedo del medio

—Yo también estoy muy cansado—Dijo Francis que miraba a la nada.

—Que aburridos—Dijo dando a notar su enojo por ser rechazado

Mori notando esto sonrió y salto sobre Fukuzawa para empezar a hacerle cosquillas haciéndolo reir, Francis los miraba mientras se reía.
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Mori se despertó y vio a Francis y Fukuzawa poniéndose la ropa tirada por el piso. El se levantó, abrió el placar de Francis para sacar una camisa y se la puso, esta le quedaba grande.

Los tres hombres bajaron de la habitación y vieron sentada en un sillón a una chica de cabello castaño y lentes redondos. Fukuzawa agarró a Francis de la corbata y le preguntó con una voz salida del inframundo.

—Dijiste que tu nena se iba a una pijamada ¿Por qué carajo esta acá, Francis?

—N-no se, ahí le voy preguntar—Murmuro con nervios, hacer enojar a Fukuzawa no era algo que quería hacer—A ver, mi amor ¿Por qué viniste tan temprano?

—L-lo que paso fue que estaba en la pijamada con mis amigas y cuando me fui al baño escuché que hablaban mal de mi, decían que era gorda y fea, entonces me vine para acá y quería subir arriba para dormir pero escuche ruidos raros y me quede acá—Dijo Louisa con una lágrimas en sus ojos. Francis se acercó y la abrazo.

—Pobre mi nena, pobrechita, ella que es tan buena—Decía sin dejar de abrazarla—¿Sabes? A mi también me molestaban por ser gordo cuando tenía tu edad.

—¿Y-y que hiciste?

—Adelgace y me cogí a sus novias—Sonrió el rubio—Pero vos no tenes que hacer eso.

—¿Qué estaban haciendo arriba?

—Cogiendo, mi amor—Le dijo con cariño y después miro a Fukuzawa y a Mori—¿Se quieren quedar a desayunar?

—No, gra-

—Yukichi, pensalo, vamos a comer un desayuno gringo—Le interrumpió Mori con una sonrisa.

—Bueno—Suspiró, probablemente sería mejor que desayunar el poderosísimo pan duro con mate.

Y así se fueron al comedor a desayunar alguna pelotudez gringa, como huevos con tocino o yo que se.

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Dejo esto y me voy a mimir

Me dio pena escribir esto, hace mucho que no escribo escenas sexuales pero creo que este me quedo un poco decente

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