—Excelente.

Dejaron su nueva organizada oficina atrás y viajaron hasta el restaurante de comida china más cercano.

Como Lily le había anticipado, comieron encerrados en la limosina.

Para Rossi fue algo totalmente nuevo. Le costó mucho trabajo no ensuciarse y comer con palillos chinos, pero lo intentó y lo disfrutó cuando la charla y el viaje se tornaron verdaderamente amenos.

Lily nunca se callaba. Siempre tenía una historia divertida que contar y Christopher nunca dijo nada para interrumpirla, porque empezaba a descubrir lo mucho que le gustaba mirarla mientras platicaba.

Cuando llegaron a su reunión, Lily notó que apestaban a comida china y para evitar dar una primera impresión equivocada, se rociaron con el perfume que siempre llevaba en su cartera.

Cuando Christopher lo vio se quedó incrédulo y agarró la botellita rosada para leerlo.

—¿Givenchy? —le preguntó con el ceño apretado.

Ella le quitó su botella de perfume y la metió en su cartera.

—Nunca dije que no me gustaran los diseñadores —le dijo ella con total seriedad—. Además, me gusta oler bien.

Christopher se rio y se agarró una punta de su saco para oler el perfume de Lily impregnado en él.

Cerró los ojos para disfrutarlo.

No tardaron en reunirse con el primer proveedor de cosmética natural y sostenible.

A Christopher le encantó su propuesta y a Lily le encantó el representante que no dejaba de mirarla con seducción.

Tuvieron química inmediata e intercambiaron sus tarjetas para mantenerse en contacto.

Claro, Christopher notó como su asistente y el representante de la cosmética coqueteaban y se reservó sus comentarios hasta que estuvieron a solas en la limosina y de regreso a casa.

—No es bueno mezclar negocios con placer. Créeme, yo sé lo que digo —le dijo él desde su lugar.

Estaba serio, hasta con un toque amargado.

—Ojalá fuera placer —se rio Lily, pensando en la última vez que había tenido sexo.

Christopher la miró de reojo y se guardó sus comentarios para no confundirla, pero no pudo negar que estaba furioso y tan embrollado que no sabía cómo lidiar con todo.

Estaba celoso, pero como era demasiado incompetente en el ámbito emocional y no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba sintiendo, buscó refugio en lo único que bien conocía: el sexo.

En cuanto llegaron al pent-house, llamó a una de sus muchas amantes para tener una noche pasional y mostrarle a Lily que él era mejor.

Una manera estúpida de llamar su atención, pero él estaba seguro de que funcionaría.

En la tarde se reunieron exitosamente con MissTrex y llegaron a un acuerdo que los beneficiaría a ambos. Lily estuvo feliz y Christopher tuvo esperanzas de que su nuevo número fuera un éxito.

Regresaron al hogar de Rossi y trabajaron en una nueva carta del editor, donde se plantearían los nuevos propósitos de Craze. Escucharon música, cantaron y bebieron café mientras discutían sus ideas.

Aunque Lily estaba más motivada que nunca y podría haberse quedado a dormir allí, a las ocho en punto apareció una rubia preciosa que arruinó su noche de trabajo.

Lily se puso tensa cuando la mujer entró sin ser invitada y se paseó por el lugar como si fuera la dueña. Era claro que conocía cada rincón de ese pent-house.

Suya por contratoWhere stories live. Discover now