Escenario sorpresa

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—¡No, papá! ¡No abras! —gritó Lily, corriendo escaleras abajo—. ¡Es el diablo, el diablo! —repitió enloquecida y se detuvo abruptamente en la mitad de las escaleras cuando lo vio, cuando supo que la había cagado otra vez—. Ay, no... —suspiró.

Su padre ya había abierto la puerta y, para su desgracia, el hombre la miraba con aborrecimiento, con un odio que a Lily la caló completa.

—Lily, Lily, Lily. —Christopher repitió su nombre de forma juguetona, pero muy borracho, moviendo la cabeza de lado a lado.

Chasqueó la lengua con burla y Lily supo que estaba en graves problemas.

—¿Conoces a este hombre, hija? —preguntó su padre, quien estaba de intermediario en ese gran problema, sintiéndose tan confundido por el abrupto despertar que, no entendía absolutamente nada.

Lily miró a su padre y balbuceó tan espantada que, no pudo decir ni una sola palabra. Así que negó y se echó a correr escaleras arriba para esconderse en su cuarto y, tal vez, en su armario.

—¡Lilibeth López, detente ahí! ¡Ahora mismo! —gritó Rossi, tan furioso que, se osó a entrar a la casa de la familia López sin haber sido invitado y a subir las escaleras para ir detrás de su asistente.

Alcanzó a agarrarla por el batín y se lo jaló con tanta rabia que, la muchacha perdió el equilibrio y, como si ya no fuera terrible el escándalo del hombre, terminaron los dos cayendo por las escaleras.

Él se llevó la peor parte, porque le tocó aguantar todo el peso de Lily y el gran golpe que se dieron al final de la caída.

Tuvo que agarrarse de su cuerpo, el que había mirado con desprecio, para que el golpe no fuera peor. Lily se quedó helada cuando tuvo sus manos en sus tetas, en su barriga para nada firme y rebotó en su pelvis con su culo prominente, de seguro, quebrándole la polla dulce por el gran desmoronamiento.

El padre de Lily estaba tan conmocionado por lo que estaba ocurriendo en su casa que, ni alcanzó a reaccionar cuando vio a la pareja caer por la escaleras.

Por todo el griterío, Romy salió de su dormitorio un tanto adormilada y se pulió los ojos unas cuántas veces cuando vio a su hermana con las patas arriba, chillando adolorida y a un hombre bajo ella hablando incoherencias.

Se echó a correr escaleras abajo para ayudar a su hermana. La agarró por las manos y la jaló con fuerza.

En el piso, Christopher se quedó tieso, aplastado por su asistente y mirando al techo mientras se recuperaba de todo el mareo que sentía.

A Lily le vino la verdadera preocupación y no dudó en auxiliarlo, aun cuando le dolía la espalda por la caída. Sabía que tener a Christopher enojado y borracho en su casa era su culpa, y tenía que asumir las consecuencias de sus malos actos.

—Señor... señor lo lamento tanto, yo...

Rossi escuchó su voz cantarina y gruñó con tanta rabia que, la jovencita se levantó alarmada y se alejó de él, puesto que no sabía cómo iba a reaccionar.

El hombre estaba furioso, lleno de sangre, mojado entero y tan destartalado que, Lily se acordó de los vagabundos que rondaban sus calles.

Con lástima lo miró desde su lugar e intentó acercarse otra vez, a sabiendas de que él estaba así por su culpa.

—Lily, ¿quién es este hombre? ¿Tú lo conoces? —preguntó su padre con insistencia.

Lily asintió y con vergüenza reconoció la verdad:

—Es mi jefe.

Su padre abrió grandes ojos y la miró con horror. Romy no se quedó atrás y contempló al pobre de Rossi tumbado en el piso con preocupación.

Suya por contratoWhere stories live. Discover now