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Si le hubieran preguntado si en algún momento de su vida hubiera esperado reencontrarse con Rodrigo, su respuesta hubiera sido que si. Estaba segura, tan segura como que su nombre era Keely Gonzalez, como que tenía veintidos años, y como que en el último año, cuatro meses y nueve días, espero poder llegar a entender cómo había pasado d tener dos mejores amigos a estar completamente sola.

Ahora, si la pregunta hubiera sido, si creía que terminaría en su auto, manejando hacia otra ciudad, en medio de la noche, luego de que le dijera que Veronica necesitaba su ayuda, la chica que no veía hacía el mismo tiempo que Rodrigo, la cual había destrozado completamente su corazón, y la había traicionado de forma en la que ella fue incapaz de volver a confiar en alguien más.

Quizás su respuesta hubiera sido un rotundo no.

-Sigo sin entender lo que sucedió - su cerebro aún estaba intentando entender a lo que se había referido Rodrigo con sus palabras. "Veronica nos necesita" esas fueron sus únicas palabras antes de que ella le dijera que le quedaban diez minutos para terminar su turno y que la esperara. Eso había hecho, se había dirigido con su paso firme a una de las mesas antes de sentarse y comenzar a moverse en su celular de forma frenética. No sabía con quién hablaba o que estaba haciendo, pero era lo suficientemente estresante como para que lo viera fruncir el ceño en varias ocasiones.

Para cuando su compañero Tomas apreció para cambiarle el turno, ella era un manojo de nervios y preguntas que bullian en su interior de forma incesante. Tenía las manos sudorosas mientras contaba la caja para asegurarse que todo diera de forma correcta. Su inquietud fue tan obvia que en un momento Tomas se detuvo para preguntarle si se encontraba bien.

-Si, cosas de las clases -fue su única respuesta.

Sabía que Tomas quería seguir preguntando, era curioso por naturaleza. Habían sido compañeros desde el momento en el que ella cayó en esa ciudad y consiguió ese trabajo de medio tiempo. Luego habían descubierto que sus casas quedaban cerca, por lo que solía acompañarla en el camino, porque según él "las calles eran inseguras a esas horas".

Podría haberlo llamado un amigo, si no hubiera sido tan recelosa de volver a ponerle ese nombre a alguien después de todo lo sucedido.

Terminó de contar la caja y se retiró a la parte trasera, sus manos seguían temblando mientras sacaba su celular de su casillero y le discaba a su compañera de casa, Lucia, avisándole que llegaría probablemente tarde y que no la esperara para la cena.

El mensaje de Lucia preguntándole si había pasado algo quedó brillando en su celular un momento, mientras ella se miraba fijamente en el espejo del lavabo. Estaba pálida, tenía ojeras que formaban surcos profundos de las últimas noches en las que había estado cubriendo demasiados turnos. Había estado llegando brutalmente agotada a la casa, dirigiendose a su cama para internarse y dormir.

Se dio cuenta de que su corazón latía de forma acelerada, una sensación muy familiar siempre que el nombre de Veronica o Rodrigo salía en algúna conversación. Había dejado de suceder los últimos meses, como si las partes que aún los conectaban a los tres entendieran que la distancia era la única forma en la que ella pudiera seguir adelante.

Todo en orden.

Fue su respuesta. Lucia entendería, ella no daba más explicaciones de las necesarias, y su compañera de casa nunca las pedía. No esperó que respondiera y se dirigió fuera, colgandose la mochila desgastada en el hombro y despidiendose de Tomas, quien le dio una mirada confusa y curiosa al verla acercarse a la mesa en la que Rodrigo seguía sentado, aún con la vista en el teléfono.

Sabía que al día siguiente tendría preguntas.

Pero en esos momentos ni siquiera parecía importante el mañana, más de lo que estaba sucediendo en esos momentos. En esa cafetería, en esa mesa. Eran ellos, Keely y Rodrigo, mejores amigos, peores enemigos. Y todo lo del medio.

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2023 ⏰

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